viernes, 29 de enero de 2016

29 ENERO 2016

Viernes, 29 de enero de 2.016
[San Constancio de Perugia, San Gildas, Santo Mauro, San Papías, soldado, Santa Sabrina, San Sarbelio, presbítero, San Serrano, San Sulpicio Severo, San Valero de Zaragoza, San Valerio de Tréveris]




1996Un incendio destruye en Venecia el Teatro de la Ópera La Fenice.
1996Jacques Chirac anuncia el fin de las pruebas nucleares francesas.
1990Es arrestado el depuesto presidente de la República Democrática Alemana, Erich Honecker.
1981Adolfo Suárez dimite de sus cargos de presidente del gobierno español y del partido Unión de Centro Democrático.
1942Guerra peruano-ecuatoriana: Se firma el "Protocolo de Río de Janeiro", que da por finalizada la guerra.
1895José Martí ordena el inicio del levantamiento por la independencia de Cuba de España.
1841Durante la Guerra del Opio, Gran Bretaña ocupa Hong Kong.
1814Batalla de Brienne, Francia vence a Rusia y Prusia.
[Fuente: efemerides.net]


Muchas gracias a todos los que después de la entrada de la semana pasada os interesasteis por mi inusitado y puntual estado de pesimismo.

Don´t worry... fue solamente un mal día.

Así que aquí volvemos al día a día, a la buena cara y al optimismo "enfermizo" que me caracteriza. Eso sí, sin un minuto de relax en mi vida cotidiana... Por favor, necesito vacaciones de manera inmediata pero ya mismo.

Mientras tanto, volvemos a las cinco nuevas palabras semanales, ahí van:

CASTILLO
RISA
TIERRA
RUBRICAR
CAUTIVERIO


"La vida tiene su lado sombrío y su lado brillante; de nosotros depende elegir el que más nos plazca."
Samuel Smiles (1812-1904) Escritor y reformista escocés.

2 comentarios:

  1. CAUTIVERIO
    No sé cuándo me enamoré de ti. Supongo que siempre. Al menos, el siempre que recuerdo. Fui feliz siendo objeto de tus burlas, porque, aunque solo era para martirizarme, me querías. Desoí consejos, advertencias, recomendaciones veladas y claras exhortaciones. Ignoré súplicas amigas que invocaban el amor de algún dios y pedían que saliera corriendo en dirección contraria. Desatendí las señales, tan visibles como fuegos en la noche
    Aquella felicidad amarga pronto se tornó veneno. Un veneno al que me hice adicto, y que tú suministrabas tacaña, usurera, escatimándome cada día unas gotas más de ti. No me atrevo a decir de tu amor. Nunca me quisiste. Solo necesitabas un cuerpo huésped en el que parasitar tu insidia, tu fracaso, tu agonía, tu amargura crónica, tu insatisfacción perenne, insaciable, devastadora. Mala mujer. Te dolía mi risa, mi buen humor, mi alegría, mi contento, mi vida antes de ti, mi vida cuando tú no estabas, y lo rendí todo, dócil, a tus pies de barro, maldito ídolo adorado. Viví postrado, me inmolé en tu queja continua, en tu furia insalvable, en la hoguera feroz de tus reproches. Mi inquisidora. Te vendí mi alma a cambio de un poco de tu cuerpo.
    Pero no era suficiente.
    Horadé la tierra para cavar profundos cimientos sobre los que edificar un castillo para ti. Mi castillo resultó de naipes y cayó bajo el soplar, no tan leve, no tan sutil, de tu desprecio. Y cuando el peso era excesivo, cuando la carga de desamor me demolía, cuando la vida parecía imposible a tu lado y necesitaba huir y tomar aire allí estabas tú, encantadora y amante (haré lo que quieras, decías) o despechada y febril (tú no me quieres, decías), o llorosa y abandonada (moriré sin ti, decías), o devota y tierna (todo lo hago por ti, decías), y cambiaré, decías, siempre decías cambiaré. Y este tonto hipnotizado volvía de inmediato al redil para atenderte. A cambio de nada. Te salías con la tuya y me llamabas tonto, con desgana, tonto, y con una mueca altiva rubricabas tu perfidia. Tonto.
    Cuánta razón tenías.
    Me convenciste y acepté que la culpa era mía. Todo era culpa mía. Si tú sufrías era porque yo no era suficiente. Si llorabas era porque yo no te quería lo bastante. Si me engañabas, era porque yo no estaba a la altura. Tu vida era un infierno porque yo no te trataba como merecías. Y me llamabas tonto. Tonto. Y de nuevo tu rúbrica.
    No me preguntes qué ha pasado, no podría darte una respuesta, no la tengo. Pero ahí afuera brilla el sol, lo he visto, el aire sopla, lo he sentido, las flores caen y brota un fruto, y así esta flor venenosa ha caído y el fruto que brota lo hace sin ti. La vida que llevas y que tanto de disgusta se ha acabado. Lo nuestro se ha acabado. Mi frente en el suelo, mi ceder constante, mis tragos de bilis se han acabado. Este cautiverio se ha acabado. Ahí está la puerta: crúzala. Y déjame vivir. Eres libre. No me echarás de menos. Solo soy alguien que necesita respirar.
    Ahora vete.




    ¿Sigues ahí?

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  2. Lobos de tierra

    Somos como lobos que salimos todos los días en busca de nuestra presa.
    Hay gente que siempre está alerta, escondida siempre en guardia. Otras viven en cautiverio obsesionadas por el control, hay gente que vive corriendo con ganas de sentirlo todo, sabiendo que todo puede ocurrir. Lobos, somos lobos en la ciudad.
    Los hay depredadores, que adsorben la energía de quien está a su lado, que oprimen y gruñen que marcan su presencia imponiendo su ley.
    Los hay nobles, fuertes y peludos que sin hacer, sin ruido se nota siempre su presencia, su belleza. Siempre tienen algo de dar, que enseñar que buscar.
    Nos alimentamos de tantas cosas. Los olores de la primavera son alegres, diferentes. La luz nos transforma. Nos hace levantarnos con más energía. Te levantas con intención de ser mejor, de adsorber todo, de mirar al mundo con ganas de enfrentarte a todos tus miedos. A las cosas que deseas para compartir esos instantes, con las personas que quieres, para provocar emociones bonitas que te hagan conocer más del otro. Vas dejando tu rubrica, vas intentando conquistar las islas que vas encontrándote a cada paso. Devorando a todos aquellos que se quedan contigo un ratito, más que nada porque a lo mejor se van.
    Hueles la tierra después de la lluvia, te llenas de energía al provocar una risa autentica en alguien. Disfrutas cuando ves el brillo en los ojos cuando alguien te mira.
    Después de vivir el invierno, el gran esfuerzo que supone abrigarte cada mañana, cerrarte cuando presientes el peligro.
    Llega el verano que te provoca, te anima a desnudarte. A soltarte el pelo, a querer descubrir qué más puedes hacer.
    Esos olores, colores, emociones van marcando tu camino. Y cuando llega la noche llegas a tu casa que es tu castillo, y miras al cielo y ves la luna llena, que sigue provocándote, te habla y te dice vamos reina, VIVE! Riete, llora, grita…
    Te lames tus heridas y sigues… hay que seguir.
    Somos lobos, que estamos a la caza de algo, de alguien. La búsqueda constante
    Somos lobos que buscamos dónde descansar, a veces un abrazo es suficiente para recuperar fuerzas de nuevo. Somos lobos que miramos a la luna para cantarle, defendiendo siempre lo suyo con locura y pasión.
    Nunca hay que dejar de sorprenderse. El mismo bosque, la misma luna,… pero la búsqueda continua… no puedes parar.
    Pero es que cada día los colores son diferentes, los olores son otros. Una transformación constante nos rodea.
    Todos están dentro de nosotros. Qué lobo eres tú? Qué lobo quieres ser? Qué lobo eres hoy?

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