viernes, 26 de abril de 2013

26 ABRIL 2013

Viernes, 26 de Abril de 2013




1994El Consejo Nacional Africano, de Nelson Mandela, gana las primeras elecciones multirraciales de Sudáfrica con el 62,6 por ciento de los votos, frente al 20,4 del hasta entonces gobernante Partido Nacional.
1991Diego Maradona es detenido por la división narcóticos de la policía federal acusado de consumo, tenencia y suministro de cocaína. Al día siguiente sale en libertad, aunque fue procesado. Tres años después se dictó su sobreseimiento.
1990El Rey de España entrega al escritor paraguayo Augusto Roa Bastos el Premio Cervantes de Literatura.
1986Explosión en la planta nuclear de Chernobyl, en Ucrania.
1964Tanganica y Zanzíbar se unen formando la República de Unida de Tanganica y Zanzíbar, poco después Tanzania.
1937Durante la Guerra Civil Española, la aviación alemana, por orden de Francisco Franco, bombardea el pueblo vasco de Guernica. Pocas semanas después Picasso comenzó a pintar el enorme mural conocido como Guernica.
1925Aparece en París "El Proceso", novela del escritor checo Franz Kafka, fallecido el año anterior.
1785nace John James Audubon, naturalista, ornitólogo y artista estadounidense, célebre por sus dibujos de todas las especies de pájaros de Norteamérica.
1607El colonizador John Smith desembarca con un grupo de colonos en Virginia, primera colonia inglesa permanente en el territorio actual de Estados Unidos.


Realmente creo que lo hemos cogido con ganas y el resultado, particularmente, me gusta.

Ya dije que las entradas tendrían una periodicidad aproximada, y para no engañar a nadie, será aproximadamente cuando yo quiera .... jejeje.

Contando con que esta entrada debe durar una semana, aquí tenemos las nuevas palabras aleatorias:

ESTÓMAGO
PUEBLO
COLOR
CUERPO
SÁBANAS

Creo que se pueden enmarcar dentro de las consideradas "fáciles"...

¡Ánimo, valor y al toro!


12 comentarios:

  1. MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO

    La noche había sido eterna. Amanecer en el pueblo siempre tenían ese color especial. Tenía las sábanas enredadas alrededor del cuerpo y tenerla a mi lado hacía que las mariposas volviesen a revolotear en mi estómago.

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  2. PALABRAS DE CAMA

    Me desperté sudando, las sábanas revueltas en mis piernas. Al moverme para ser consciente de donde me encontraba, rocé su cuerpo. En ese momento sentí un latigazo en el estómago. No pude evitar sonreir.
    Al acercarme más a él, comprendí que estábamos en su cama, recordé que nos habíamos escapado al pueblo para estar solos y mi alma se pintó de colores. Entre sueños comenzamos a querernos de nuevo…

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  3. EL COLOR DEL DINERO

    Los recortes habían afectado al servicio de ambulancia del pueblo y llegó al hospital quizá demasiado tarde. Tarde para poder controlar la hemorragia que había surgido por las complicaciones que la operación de reducción de estómago que le practicaron apenas hacía dos días. Su cuerpo yacía muerto sobre la camilla en un pasillo oscuro y frio, tapado levemente con las sábanas asperas de color verde del quirófano.

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  4. FIESTAS DEL PUEBLO

    Las fiestas del pueblo son terribles. Desde que llegué ayer no he parado de que beber combinados de mil colores. Los ruidos de la casa me despiertan, se me han pegado las sábanas. Tengo el estómago revuelto y el cuerpo tan dolorido que apenas puedo moverme. Juro en vano por enésima vez que no volveré a beber en mi vida.

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  5. EL COLOR DE LA TRADICIÓN

    Es la fiesta de los mozos en el pueblo y se mantiene la tradición desde hace ya más de un siglo. El folclore dice que hay que hacer un muñeco con sábanas, trapos de colores vistosos y paja, vestido como un pérfido soldado invasor francés, para que el tumulto le vapulee y le asaetee el estómago, la cabeza y el pecho con cientos de venablos y le apalice hasta desmembrarle. Después se terminará la tarde con una bonita y vistosa corrida de toros. Esto es España.

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  6. LA CASA DEL PUEBLO

    Hacía tanto tiempo que no íbamos a la casa del pueblo. Es una mezcla de sensaciones, el estómago comenzó a contraerse al meter la llave en la puerta. Una oscuridad absoluta se apoderó de nosotros al entrar en cada habitación. Todas estaban como desnudas, solo las sábanas cubrían los muebles. A medida que abríamos las ventanas para que la casa se llenara de colores, sentí un escalofrío por todo mi cuerpo al recordar aquella noche, aquella primera vez.

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  7. LA INFLUENCIA DEL COLOR

    Soy una vaca ¿una vaca? ¿Desde cuándo soy una vaca? Una vaca lila. ¿Qué clase de hierba he comido para mutar a este color? Por más que le doy vueltas no recuerdo haber visto nunca ninguna así en el pueblo de mi abuela. Soy una vaca y me duele el estómago. Me duele mucho porque tengo cuatro ¿Para qué necesita cuatro estómagos una vaca? Lo sabía pero se me ha olvidado. Soy una vaca rara y sin memoria. Camino entre los pasillos de un supermercado buscando algo pero como no tengo memoria no recuerdo qué. Sólo sé que tiene que ser como yo. Avanzo. Leche. No, eso no. Trozos de carne en bandejas blancas. No, eso tampoco. Sé que son trozos de vaca, pero no soy capaz de pensar que eso estaba antes en un cuerpo como el mío. Eso es porque hace poco tiempo que soy una vaca ¿Qué era antes? ¿En qué he cambiado? Mi color es raro pero hace mucho mucho tiempo también andaba a cuatro patas. Piensa, piensa. Me siento solo y asustado, quiero que venga mi mamá. ¡Ahora recuerdo! Un niño. Soy un niño que he mutado a vaca. ¡Y he hecho magia! Al pensar en ella, como si la hubiera llamado, aparece mi mamá. Me acerco y no se extraña de que sea una vaca lila y que esté en un supermercado. Intento hablar, pero soy una vaca y no puedo. Aunque es mi mamá, no me reconoce, pero parece entenderme y me pregunta “¿Te has perdido?”. Asiento con la cabeza. “Yo te llevo”. Me coge de una pata y sigo siendo una vaca, pero puedo andar sobre las dos patas traseras como un niño. Soy una vaca pequeña, y mi mamá me lleva hasta el pasillo de las chuches, mi preferido. ¡Voy recordando! Nos paramos y muy seria señala a la derecha, al final del pasillo “Es ahí, esta vez ten cuidado” Me da un beso y se va. Vuelvo a estar solo pero ahora no tengo miedo. Sé a dónde voy. Sin dudarlo llego a mi destino. Cuando me detengo, un montón de vacas lilas me mira desde la estantería de los chocolates. Como si ya hubiera terminado mi misión, de repente me entra mucho sueño y me acuesto en el suelo. Uno a uno los envoltorios de las tabletas se van desprendiendo y levitando suavemente se acercan, envolviendo mi cuerpo, ¡me están convirtiendo en una tableta de chocolate! Cierro los ojos, sometido a mi destino. Alguien se acerca y me da un beso en la frente. Entreabro como puedo los párpados. ¡Mi madre ha vuelto! Me arropa con las sábanas y dice “Ya tiene menos fiebre, este atracón de chocolate no lo olvidará nunca”.

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  8. EL CINE DE LAS SÁBANAS BLANCAS

    Cuando aún no había televisiones en color, ¿qué digo yo color? en la mayoría de los pueblos no había ni tele, se puso de moda una broma pesada que fastidió a muchos niños…

    Aún recuerdo aquella tarde en que mi padre nos dijo que iríamos al cine después de cenar. Mis hermanos y yo emocionados engullimos la cena (hasta se me puso mal cuerpo con las prisas), pero al terminar de cenar nos mandaron a todos a la cama , “sí sí al cine, al cine de las sábanas blancas”.

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    Respuestas
    1. Falta la palabra estómago... repito segundo párrafo, aunque la idea no cambia.
      <<
      Aún recuerdo aquella tarde en que mi padre nos dijo que iríamos al cine después de cenar. Mis hermanos y yo emocionados engullimos la cena. La comida pasaba de la boca al estómago sin a penas ser masticada, hasta se me puso mal cuerpo con las prisas. Pero al terminar de cenar nos mandaron a todos a la cama, “sí sí al cine, al cine de las sábanas blancas”.
      >>

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  9. VIAJE AL PUEBLO
    Era una mañana como otra cualquiera, en el rutinario viaje a la oficina por la M-40, observando a los ya casi familiares coches que avanzamos a diario a velocidades menores a 20 Km/h, casi preguntándonos con la mirada que pasaría esta vez para tener que tragarse semejante atasco. Era un coche averiado, en el lado derecho, junto a la incorporación de la A-3.
    Algo me hizo mirar dos veces aquel coche que estaban subiendo a una grua, era un seat 131, blanco como una sábana de hospital. ¿Cómo podía haber aún coches como aquel circulando y que no fuera en una concentración de automóviles clásicos? Mi memoria se disparó. Recuerdos de mi niñez, un repaso mental a aquel modelo de coche que tuvo mi padre. Tres exactamente, para mí solo variaba el color, el resto de datos me resultaban ininteligibles. Uno blanco, uno gris y por ultimo azul.
    Recordaba aquel coche y los viajes que hice en él, los sitios a los que me llevaban mis padres, sobre todo en verano. Visualizaba a mi madre sentada junto a mí en la parte de atrás. Imagen que se repetía cada 15 de agosto hasta que nació mi hermano, para ir a las fiestas del pueblo de mi abuela. Donde se celebraba la tan deseada reunión familiar, en la que mi madre disfrutaba con todos sus parientes de las historias de su infancia. Charlaban sobre como pasaba allí cada verano, con sus abuelos, porque los míos trabajaban y mi madre no tenía con quien quedarse siendo tan pequeña, por lo que se pasaba todo el verano jugando con sus primos y disfrutando del frescor de la sierra abulense.
    Anhelaba realizar aquella visita, levantarme pronto ese caluroso día y montarme en el coche. Mi corta edad me imprimía una impaciencia que tengo que reconocer que aún perdura, y en la subida a La Paramera, antes de llegar a Ávila y disfrutar de sus murallas, ya estaba preguntado: “¿Cuánto queda? ¿Cuándo llegamos?” en esos momentos mi madre, sentada conmigo en la parte de atrás del coche ya estaba preparada, sabía que mi estómago estaba traicionándome. Había insistido a mi padre en ir más despacio por aquellas curvas, pero era inútil. Las bolsas de plástico ya estaban en su regazo, y a la primera arcada ya estaba sujetándome la bolsa frente a mi cara, el desayuno ya no estaba en mi cuerpo. En apenas unos minutos las bilis comenzaban a dejarme ese regusto amargo en la boca y me producía aún más arcadas. Casi sincronizados como relojes, cuando ya ni bilis podía vomitar, el Seat 131 se paraba en el Monasterio de Sonsoles para deshacerse de la bolsa “bomba”. El aire fresco conseguía reanimarme. La siguiente parada era en Avila, para desayunar otra vez.
    Recuerdo tener que realizar al menos un par de paradas más para tirar las bolsas que mi cuerpo era capaz de volver a llenar, siempre precedido de mi señal de alerta “¿Cuánto queda? ¿Cuándo llegamos?”.
    Llegar al pueblo se convertía en un triunfo después del accidentado viaje y cuando el día llegaba a su fin, y era el momento de montar en el coche de mi padre para volver a casa, en ese momento si recordaba perfectamente el mal cuerpo que tendría al terminar el viaje en el 131. Pero que no recordaría 15 días después cuando me fuera a la playa con mis padres en aquel coche.

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  10. EL CUERPO

    El estómago me dio un vuelco cuando vi aquel cuerpo de color envuelto en mis sábanas del pueblo.

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  11. EL AGUJERO NEGRO QUE NOS DEVORA

    COLORES DIFERENTES

    Así es ella. Marie es de un pequeño pueblo del País Vasco Francés, cercano a los Pirineos con mucha influencia española. Conocedora de la cultura y los conflictos que siempre a tenido esa zona. De hecho, en su pueblo durante la guerra civil, fue conocida la buena disposición de la gente para ayudar a escapar a tanto exiliado así como después por formar parte y ayudar a los aberchales más radicales.
    A Marie nunca le interesó la política tanto como para tomar partido, de hecho se le revolvía el estómago con cualquier conflicto bélico al ver las noticias.
    Es una mujer de colores. Tan alegre, siempre apuesta por la vida. Quizás por eso le gustan tanto los animales. Es capaz de adoptar cualquier tipo de bicho y meterlo en su casa. Aunque donde disfruta es viéndoles en su propio ecosistema. En libertad.No encaja en el perfil tipico de ingeniero, es un alma libre que comparte con alegría sus ideas, sus creencias más sinceras sin miedo y con tanta pasión, que consigue siempre que salga lo mejor de uno mismo.
    Alex se encontró mirándola de pronto, se estaba estirando para alcanzar un viejo atlas que había en la estantería. Así, de puntillas dejaba ver sus piernas y se marcaban las curvas de su cuerpo. Sin duda era atractiva. Sonríe al pensar qué diferentes son los dos.
    Parecía una chiquilla que ha encontrado algo especial. Nunca se sabe qué puede estar pensando. Al coger el voluminoso libro, se da la vuelta y con los ojos muy abiertos y mordiéndose el labio inferior, con esa asombrosa cara de fascinación le mira, y dice:

    - ¡Es genial! hace años que no veía uno de estos.

    Antes de sentarse, tira para estirarla, de uno de los bordes de la sábana que cubre el sofá cama de la única estancia de la casa, ya que la otra habitación es el estudio de trabajo con su gran terraza, que permitía a Alex perderse mirando a ese cielo que le obsesionaba, y se deja caer pesadamente junto a él:

    - Te voy a contar una historia. La historia de todos los lugares mágicos que descubrí en mi niñez a través de un viejo atlas como este....

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