viernes, 13 de diciembre de 2013

13 DICIEMBRE 2013

Viernes, 13 de diciembre de 2013




2002Copenhague, Dinamarca. La Unión Europea anuncia la incorporación de diez países efectivo el 1 de mayo 2004: Chipre, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, la República Checa, Eslovaquia, y Eslovenia.
1988Firma de un acuerdo de paz por el que Namibia se independiza de Sudáfrica.
1958EE.UU. lanza el cohete Júpiter desde Cabo Cañaveral un cohete, con un mono a bordo.
1938Se crea la ONCE (Organización Nacional de Ciegos de España).
1910Disturbios estudiantiles en San Petersburgo y Odessa contra el uso de castigos corporales a presos políticos.
1906Francia, Gran Bretaña e Italia firman un tratado por el que garantizan la independencia de Abisinia.
1545Apertura oficial del Concilio de Trento, convocado para hacer frente al protestantismo.
1527Creación de la Audiencia de México, cuyo primer presidente fue Nuño Beltrán de Guzmán.
1481Juan II es nombrado rey de Portugal tras la muerte de su padre Manuel II "el Afortunado".
1474Isabel la Católica es proclamada reina de Castilla en Segovia.

Hace ya algunas entradas que me siento un poco solo... snif, snif...

A ver si ahora que llegan estas fechas tan señaladas, le pedimos a Papa Nöel o a los Reyes Magos un poquito de inspiración literaria y tenemos más autores aportando nuevos cuentos a este blog.

Venga, animaros. Las cinco nuevas palabras de hoy son:

PORCELANA
MAGIA
DISPARAR
REVOLUCIÓN
ARCOIRIS

Nos quedan únicamente dos entradas más para terminar el año. Aprovechémoslas!!!


4 comentarios:

  1. NO ES MAGIA

    Nunca he creído en la magia. Siempre he tratado de buscar los trucos de los ilusionistas. Tratando de mirar más allá de los rápidos movimientos de sus manos. Observando tras la actuación principal, en la oscuridad del escenario, en el hueco de las mangas, en los segundos planos y en los movimientos sospechosos. Por eso, los cuentos de hadas madrinas, de princesas encantadas y de príncipes enamoradísimos nunca han formado parte de mis historia favoritas.

    Por ejemplo, la Cenicienta. Puedo entender que la chiquilla necesitase un cambio radical en su existencia. Ya que tener una vida mísera al servicio de una madrastra que la odiaba a muerte y de unas hermanastras que la envidiaban y maltrataban, sin duda pedía a gritos una auténtica revolución vital.

    Pero, si no llega a ser por el hada madrina, diréis ¿cómo podría haber conseguido la protagonista del cuento salir de su oscuro agujero?

    Volvamos a la historia. Supongamos que ya llegó la invitación del baile real al hogar de Cenicienta. Que sus hermanastras, muertas de envidia, ya le han roto su traje de fiesta que con tanto esfuerzo han cosido el grupo de animalitos campestres que hacen de ayuda de cámara a nuestra protagonista (que aunque no es magia, hay que imaginar a esta sutil doncella haciendo en sus ratos libres la tarea de domadora de roedores y pajarillos). Ella, llorando apoyada en un banco de piedra del jardín, espera la ayuda mágica, que evidentemente no llega, porque no existe.

    Pero sigue teniendo la firme intención de cambiar su vida, y un cambio de este tipo solo lo puede producir uno mismo. Si pretendes que venga tu hada a ayudarte, podrías seguir esperando eternamente, llorando sobre el duro banco del jardín. Por tanto, ¿quieres cambios? Pues dispáralos tú o date por jodido.

    Allí está nuestra Cenicienta, que ni nombre tiene siquiera, pero sí una voluntad de hierro, tratando en apenas media hora, conseguir vestirse decentemente para asistir al baile real.

    Con la ropa de faena más decorosa y limpia que puede encontrar, raída y de color gris como la ceniza, muy diferente del vaporoso vestido que le hubiese proporcionado sin esfuerzo su mágica aliada. Sin carruaje de caballos/ratones, ni lebreles con librea, ni calabazas fantásticas, usando el famosísimo tren de San Fernando llega hasta las puertas de palacio. Entra en el salón de baile y ¿qué ocurre?

    Pues que el príncipe no hace ni caso a la bella doncella vestida tristemente. Lo que demuestra que el príncipe no se enamoró de Cenicienta, se enamoró de lo que la magia le proporcionó, de los arcoíris que irisaban de los zapatitos de cristal, de las joyas de la tiara de su pelo y del hermoso vestido. Pero no de Cenicienta.

    Cenicienta, aún vestida como iba sigue teniendo un cutis terso y delicado como la porcelana, un cuerpo escultural debajo de su traje gris, una voz como los trinos de los ruiseñores y unos piececitos pequeños y delicados dignos de una geisha.

    Así que decide cambiar de tercio y dirigir ella misma su vida por primera vez.

    Como primera medida resuelve no hacer ni puto caso al príncipe materialista, egoísta, machista y egocéntrico. Después, aprovechando que todas las damas del reino están allí, y que el encierro en la torre le ha hecho dudar más de una vez de su sexualidad, cree conveniente buscar una pareja femenina que la trate como ella se merece, con cariño, como a una reina (no como una princesa).

    Lady Holloway, reconocida lesbiana del reino, no ha podido dejar de mirar a sus ojos desde que entró al salón de baile. Cuando se cruzan las miradas, saltan chispas. Recorren ambas los escasos metros que las separan:

    - No he podido dejar de observar su belleza desde que entró en la sala. Es sin duda la mujer más hermosa del baile. (Percátese el lector que a Lady Holloway le importa un pimiento la apariencia exterior de la joven). ¿Cuál es su nombre?
    - Varinia.

    Y aquí comienza la bonita historia de amor verdadero con final alternativo de la Cenicienta, que ya no será cenicienta porque tiene un nombre: Varinia.

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  2. Momentos mágicos
    Qué es la magia? Hay gente que con magia busca en su memoria a los magos, otros los cuentos de princesas y príncipes perfectos en otros solo se disparan pensamientos descreídos sobre las más bellas historias contadas estableciendo comparaciones con la realidad… “La vida no es cómo las películas”…
    Un beso de película, el arcoíris después de un día de lluvia al salir el sol, la revolución del alma cuando alguien te hace reír mientras lloras, una mesa con toda la porcelana puesta para empezar a celebrar, un abrazo en una estación de tren o autobús al llegar a tu encuentro alguien que quieres, abrir el buzón y encontrarte una carta, un buenos días mañanero un día cualquiera, una sonrisa de un niño, la caricia discreta, la mirada sincera de un amigo, la sorpresa diaria cuando ocurre algo inesperado y bueno…mirar el mar un día frio y escuchar…
    Que es la magia? La magia está en todas partes y en todas las personas, a veces se esconde en algunos pero surge cuando es generoso y es capaz de tener un gesto sincero hacia alguien eXpontaneo y sin condiciones. Puede ser en una persona querida o en un desconocido. El secreto está en saber mirar donde se esconde…y siempre siempre creer en ella. Mira a tu alrededor, mira en tu interior…

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  3. La magia del arcoíris

    Como una pieza de porcelana cara hecha añicos. Así es como hoy me siento. Es uno de esos días en los que piensas que irremediablemente la magia te ha abandonado. La ilusión nos ha abandonado.

    Apenas un "buenos días" y un esbozo de sonrisa; pero ni un asomo de mirada furtiva, ni un guiño pícaro. Nada. Nada que sea suficiente para disparar mi adicción a las emociones. Ni un ligero roce, ni una discreta caricia. Nada. Nada de lo necesario para activar esa auténtica revolución de endorfinas a las que desde hace años me hice adicto.

    Definitivamente: hoy mi día no tendrá su arcoíris.

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  4. EL FINAL DEL ARCOIRIS

    Dicen que al final del arcoíris hay una olla llena de oro. Seguramente será verdad, pero no conozco a nadie que haya conseguido nunca llegar “al final”.

    No recuerdo cuando oí el dicho por primera vez, pero sí que esa historia se almacenó junto a muchas otras en mi memoria cuando aún me creía las cosas porque sí, porque me las contaba mi madre en aquellos días de tormenta en que espantaba nuestros miedos a truenos y relámpagos anticipando la magia de la salida del arcoíris y el momento en que poniéndonos las botas de agua apresuradamente salíamos disparados en busca de la maldita olla que nunca llegamos a encontrar.

    Eran otros tiempos, tiempos en que los niños jugábamos con los famosos palos, leíamos comics en papel que comprábamos con nuestra exigua paga e intercambiábamos unos con otros, comentábamos el programa de la tele que todos veíamos porque era el único, y jugábamos a mamás y papás con las Nancys de turno. Aún recuerdo el grito de mi madre cuando en un arranque de imaginación se nos ocurrió secuestrar su Elvirita, aquella muñeca con carita de porcelana que conservaba con mimo, ella creía que fuera de nuestro alcance.
    La revolución tecnológica del sigo XXI nos ha traído niños más solos, casi autistas, que corren menos, que saben más, que leen muy poco y memorizan aún menos. Tienen todo el conocimiento en sus manos, en esas tablets que manejan con soltura hasta los bebés, y que nos llenan de asombro de vez en cuando por la incapacidad de algunos de distinguir el mundo real de el que recorren habitualmente en esos videojuegos donde matar da puntos.

    Los guisantes secos de nuestras cerbatanas hacían daño real e inmediato, si la cosa iba a mayores y llegábamos a las piedras, sangrábamos sangre real. Hacíamos pandillas con chicos que conocíamos, que eran hermanos, primos o vecinos. Jugábamos a juegos que nos habían transmitido nuestros hermanos mayores o que nosotros mismos inventábamos. Si llovía y no había más remedio que meterse en casa, teníamos el parchís o los Juegos Reunidos Geyper “y a jugar”. Hasta el scalextric era “tocable”.

    Cuando veo a mis nietos enfrascados en partidas con personas lejanas, a las que no han visto nunca, con nombres como AYRON21, CHICKYPINK o BLACKPOWER, cuando les veo retorcerse y gesticular delante de la pantalla del televisor y me explican que ellos son “el mando”, o a mi hija pegando saltitos “haciendo deporte” según ella, con ese invento de la wii, pienso en lo mucho que ha cambiado la vida y en que hay trenes que o ya no voy a coger.

    Bueno, ha dejado de llover. Voy a ponerme las botas de agua y a salir a dar mi paseo diario con mi primo Luis. Es nuestro deporte real. Hoy iremos de nuevo a buscar el final del arcoíris.

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