viernes, 17 de abril de 2015

17 ABRIL 2015

Viernes, 17 de abril de 2.015
[San Acacio de Melitene, San Aniceto, San Donnan abad, San Inocencio de Tortona, San Pantagato de Vienne, San Roberto de Chaise-Dieu, San Roberto de Molesmes, San Ustazades]




2004José Luis Rodríguez Zapatero presta juramento ante el Rey Juan Carlos I de España como presidente del gobierno español.
1975Las fuerzas comunistas de los jemeres rojos entran en Pnom-Penh, la capital de Camboya.
1961Inicia la invasión de Bahía de Cochinos, Cuba, por mercenarios entrenados por los Estados Unidos.
1946Siria obtiene su independencia.
1895La Paz de Shimonosek pone fin a la guerra entre China y Japón.
1888Se constituye en Inglaterra la Liga Profesional de Fútbol, formada por doce equipos.
1535Se crea el Virreinato de Nueva España.
1521Lutero comparece ante la Dieta de Worms y no se retracta de sus escritos.
1492Capitulaciones de Santa Fe entre Cristóbal Colón y los Reyes Católicos para financiar el viaje a las Indias que culminó con el descubrimiento de América.
1941Yugoslavia se rinde ante la superioridad del ejército Nazi durante la Segunda Guerra Mundial.


Pues en esta semana se ha tenido un ligero debate sobre lo que significa "machihembrar". Pues literalmente es ensamblar dos piezas de madera a caja y espiga o a ranura y lengüeta. Lo que viene siendo enganchar dos maderos. Y para eso, una imagen vale más que mil palabras y de ahí la foto de cabecera de la entrada.

Os puedo asegurar que mi intención era poner MACHIHEMBRAR como una de las cinco palabras, pero excepto que se escribieran cuentos referidos al Leroy Merlin, no me imaginaba como poder utilizarla....

... o quizás sí. Propongo una variación al juego en esta entrada. A continuación vienen las cinco palabras de rigor, pero en este caso podemos utilizar (si queremos) la palabra MACHIHEMBRAR como sustitución de alguna de las cinco, como si fuese un comodín:

FAMILIAR
ABISMO
FICHA
ENCERRAR
MOFLETE

*[MACHIHEMBRAR]


Adelante y suerte a todos.

3 comentarios:

  1. DOMINGO FAMILIAR

    Domingo. Uno de esos domingos oscuros, grises, en los que la lluvia en los cristales sólo te pide quedarte en casa, encender la chimenea e intentar olvidarte de que al día siguiente es lunes y tienes que ir a trabajar. Lo único que me apetece es quedarme tumbada en el sofá, taparme con la mantita y volver a ver Pretty Woman, que lo ponen en Telecinco por enésima vez. Un momento de soledad y tranquilidad. Pero hay un abismo entre tus deseos y la realidad de la vida familiar cuando tus fieras pasan el finde encerradas en casa. Mi marido quiere que le ayude a colocar en el hall ese zócalo de madera que esperamos mantenga los graffitti alejados de esa zona. Ana quiere que juegue con ella al parchís (acaba de aprender y le encanta) y Jaime necesita que le vigilen, está en esa edad en que se lo lleva todo a la boca. Aunque sea madera machihembrada y su colocación sea aparentemente sencilla, Juan siempre hace un gran despliegue de medios en ocasiones como ésta. Clavos, martillos, siliconas, sierras. Todo un peligro con el niño cerca.

    Como es habitual, me toca dividirme. Negocio con Ana, jugamos una partida mientras Papá va preparando las cosas y después ella merienda viendo a Pepa Pig y yo me pongo con el bricolaje, todo eso sin quitar un ojo a Jaime que juega en la alfombra del salón con su juego de construcciones de colores. La tarde va transcurriendo con calma. Ana se cansa de la tele y reclama de nuevo atención. “Juega con Jaime” le dice su padre. Se va pero vuelve al cabo de un rato. “Jaime es muy pequeño. Yo quiero jugar a cosas de mayores. Solo una partida, porfavorporfavorporfavor” y mira a su padre con esa sonrisa que sabe que le derrite. A regañadientes Juan reclama un beso y un abrazo en compensación y concede que me vaya. “Pero que sea una partida rápida” advierte.

    Me acerco a la mesa del comedor donde habíamos jugado antes. “Ana, ¿dónde está el parchís?” “En el sofá. Me dijiste que jugara con Jaime y él no llega a la mesa”. Ay!Ay!Ay! Una, dos, tres, cuatro fichas rojas. Una, dos, tres… ¿Dónde está la cuarta ficha amarilla? ¡¡Jaime!! No puede ser. Cara de culpabilidad, boca cerrada, mofletes hinchados…

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  2. El abismo entre era y el soy!!

    Mientras estamos sentados en el sofá viendo la tele, yo estoy con mis trapitos cosiendo. El mirando sus fichas, preparando el discurso de mañana.
    -Le observo. -
    No se si queda algo que contarnos. Cada uno se encerró en su mundo después de la tragedia. Cuando me dio el ictus todo se paralizó. Yo me centré en volver a aprender. Aprenderlo todo, a hablar, a caminar, a cocinar, a coser… me centré en hacer tareas manuales para volver a ser activa. Pero esta mujer que mira a su marido con cariño está a un abismo de distancia de la que era hace un año más o menos.
    Ya no hay discusiones, ni frivolidades, ni sexo. Como mucho se acerca a mi cada cierto tiempo para darme un beso, una caricia en el moflete, un abrazo si me pilla con mi caminar despacio hacia alguna parte de la casa. Y yo.. no he vuelto a acercarme. Por miedo por no saber cómo reaccionará mi cuerpo, si reaccionará.

    Por qué seguirá conmigo? Me seguirá amando?

    Ambos somos familiares, pero ambos éramos alegres. Nos gustaba viajar, bailar, salir con nuestros amigos y querernos. Querernos tanto…
    Ahora casi no salimos, el viaje más largo consiste en ir a algún sitio de la costa, normalmente a la casa de la abuela, allí podemos disponer de todas las cosas que puedo necesitar. Pero parece que tiene tanto miedo que me vuelva a pasar algo, que no quiere estar lejos de un médico.

    Levanta la cabeza, sonríe con los ojos, con los labios. Y dice.. ya estoy preparado.
    Toma el cronometro, no puedo hablar más de 8,5 minutos.
    Dime que nota me pones…
    Me pasé 8,5 minutos mirándole.
    Qué guapo es!!!
    Cuando el cronómetro paró, al comenzar con los aplausos, me di cuenta que después de su charlita teníamos que celebrarlo.
    Llevamos demasiado tiempo celebrando mis logros, un paso bien dado, una conversación sin tartamudeos y con sentido que es más importante…
    Mañana celebraremos su discurso!!

    Me levanto, más lentamente de lo que me gustaría. Le tiendo mis brazos y en cada paso susurro Sobresaliente, sobresaliente y abrazándole,
    -susurro
    Abrázame fuerte!!

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  3. Su ausencia, mi abismo

    Es como una ola. La veo venir, a lo lejos, cogiendo impulso, tomando forma. Sé que llegará en algún momento. Aunque nunca sé cuándo ocurrirá. La sorpresa de su llegada me empapará hasta el alma mientras me acaricia, mientras me envuelve, espumosa, dicharachera, con sus caras de pilla, de niña mala y juguetona. No puedo evitar sumergirme, sin oponer resistencia y disfrutar de su baño. En ese momento me dejaría ahogar, para evitar que volviera a salir de mi vida. No pienso en otra cosa que en seguir aferrado a ella el máximo tiempo posible, porque sé que muy pronto se irá. Siempre se va.

    Noto el helor que deja su partida hasta en los huesos, como un viento frío que sopla sobre la piel mojada cuando se retira la ola. Sobre todo lo noto en la cabeza, por dentro, y es… lo que más duele. La resaca de su huida siempre me pone en barbecho el corazón durante un tiempo, convirtiéndolo en un campo de tierra infértil donde la pena es el único sentimiento capaz de germinar. Como esa arena muy mojada que dejan las olas al retirarse y donde ningún dibujo es capaz de mantenerse por más de unos pocos segundos, hasta que pasa un buen tiempo y la humedad se filtra… hasta ser olvidada.

    Vuelve la rutina. Mi vida familiar. Mi día a día. Mi ausencia de ilusión. Mi apatía. Me vuelvo a encerrar y me supera esa sensación de falta de completitud. Y vuelvo a ser el chico de los ojos tristes, como me decía con mucho cariño aquella compañera de mi primera empresa.

    Y ni siquiera el trabajo es suficiente. Ni la tensión y la presión por cumplir las fechas. Ni los compromisos con mis clientes. Ni los incentivos de las ventas. Ni tan siquiera la víbora de mi jefa. Nada es suficiente para distraer mi atención y calmar la ansiedad que me deja su partida.

    “Sabes que no puede ser, amor. No puede haber más entre nosotros”, me dice siempre mientras sonríe y me pellizca el moflete. Y siempre hace lo contrario. Y yo dejo que mueva ficha. Y se va. Para mí es tan grande el abismo que se abre, que yo… yo… ¡yo ya no puedo más! ¡No me pienso volver a machihembrar!

    Pero… es que siempre vuelve.

    ¡Menos mal!

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