viernes, 21 de agosto de 2015

21 AGOSTO 2015

Viernes, 21 de agosto de 2.015
[San Agatónico y compañeros, Santa Basa y sus tres hijos, San Bonoso de Antioquía, Santa Ciriaca, San Cuadrado de Útica, San Euprepio de Verona, San José Dang Dinh Viên, San Luxorio de Cerdeña, San Maximiano de Antioquía, San Pío X, San Privado, San Sidonio Apolinar]



1998Japón inventa el antimóvil, un aparto que impide que los teléfonos celulares suenen en lugares públicos.
1991Gorbachov recupera el poder tras fracasar un golpe de Estado en la URSS.
1980Reinhold Messner se convierte en el primer hombre en ascender solo al Everest.
1977La NASA lanza el Voyager II.
1946El Senado aprueba el voto de la mujer en Argentina.
1792Durante la Revolución Francesa se realiza la primer ejecución con guillotina, en reemplazo de métodos más crueles.
1741Vitus Jonas Bering descubre Alaska.
1520En Medina del Campo, las tropas de Carlos I incendian la ciudad en la Guerra de las Comunidades de Castilla
1946Aprueban el proyecto de ley del voto femenino
[Fuente: efemerides.net]

¿Por qué una lata en la entrada de hoy?

Pues como es verano y siguiendo las tradiciones de las televisiones, es la época de lanzar programas "enlatados"...

Sí, sí.. ¿qué os pensáis? Qué aquí estoy yo creando la entrada semanal del blog en la playita... jejeje... que ilusos. Pues no, la entrada está creada desde hace tiempo y cual sardinillas en aceite, hoy la abro para el uso y disfrute del personal.

Así que, sin más, y recién sacadas de la lata de conservas, tenemos las nuevas cinco palabras:

DAMA
SERVILLETA
PRINCIPIO
FIEBRE
NIEVE

Y ya sabéis... EL QUE NACE BONITO...............................MUERE DENTRO DE UNA LATA.

4 comentarios:

  1. TODO EN UNA SERVILLETA


    “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”... Pero nadie sabe qué ocurrió al principio del principio, pero yo estaba allí.

    Era una tarde más después del trabajo, cuando Dios y el demonio aprovechaban para tomar alguna cerveza de forma distendida, charlando de sus cosas, bromeando con complicidad. Yo me mantenía firme y escuchaba sus conversaciones, a ratos banales, a ratos profundas cual sima oceánica. Una caña llevó a otra, y la siguiente a otra más y casi sin darse cuenta, el primer combinado apareció en la barra justo a mi lado. Los comentarios profundos habían desaparecido hacía ya algún tiempo y sólo habían quedado, las risas, las chanzas y esos “no hay güevos” tan típicos de los excesos de alcohol:

    - No hay güevos de tentar a esa dama del final de la barra.

    Y allí estaba el demonio instigando a la chica, incitándola a toda forma de pecado, y ella cansada y resignada, le reía las gracias únicamente para quitárselo de encima. Aburrido del escaso éxito volvió al lado de Dios:

    - No hay güevos de crear un mundo.

    Y pidiendo un bolígrafo al camarero, Dios me cogió a mi del servilletero y entre risas, y con una letra menos solemne de lo que el momento requería, marco sobre mi blanca superficie:

    “Yo Dios, me comprometo, a que la semana que viene y como mucho en siete días, crearé un nuevo mundo.

    Firmado Dios”

    El demonio también me firmó por la parte de atrás en calidad de testigo, doblándome cuidadosamente y guardándome en su cartera entre risas y amenazas certeras de grandes catástrofes si Dios no cumplía ese compromiso que acababa de escribir en una servilleta y que para ellos era el más legal y serio de los contratos.

    Este fue quizás el servicio más importante que puede una servilleta de papel como yo, dar a la humanidad. ¡Qué orgullosa estaba mi familia! “Mira hasta donde ha llegado Pascualito, parecía tan poca cosa, destinado a ser receptor de los jugos de una gamba y mira, qué contrato más importante” – decía mi madre cuando hablaba con el resto de las madres de los servilleteros vecinos.

    “Pues mi Josep llegó a tener el primer contrato de Messi con el Barça, y Messi también es dios” decía la envidiosa del servilletero de aquel restaurante de Barcelona. “Vamos, no me vayas a comparar ese contrato, con este que es del Dios auténtico”.

    Las que realmente se morían de la envidia eran las servilletas de tela que descansaban sobre uno de los estantes. Siempre tan elegantes ellas, tan estiradas. Reservadas siempre para los mejores ágapes y comidas importantes. Blancas y relucientes como la nieve, esperando limpiar la grasilla de la comisura de los labios de un ministro, o reposar sobre las rodillas torneadas de la famosa de turno o incluso, humedecidas y descansando en la frente, para servir de alivio a la fiebre repentina de algún infante real.

    Pero no, Pascualito tenía escrito en su superficie el contrato del mismísimo génesis. Y así el siguiente lunes el demonio, servilleta contractual en mano, zarandeaba a Dios en su cama... “Despierta, lo firmaste. Te comprometiste y esto es sagrado... Despierta, despierta. Tienes que crear un mundo. ¡Despierta!¡Despiertaaa!¡DESPIERTA!”...

    - ¡Despierta Pascual! Coño, que te comprometiste a que hoy contruirías la caseta del perro.. ¡Vamos! Ayer toda la noche de farra, pero el que vale para las juergas, vale para estar activo y trabajar a la mañana siguiente.

    Pascual abrió lentamente los ojos y, se hizo la luz, que hirió sus retinas como puñales ardientes. Apenas recordaba vagamente que todo empezó con unas cervezas y que firmó algo en una servilleta que no sabía si podría cumplir.

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  2. LA DAMA, POR UN MOMENTO
    Por un momento, dejar de ser la mala, la suegra, la harpía, la piedra en el zapato, la nube negra preñada de granizo a punto de reventar sobre tu cabeza. La que atornilla, la que aprieta, la que exige, la que recrimina, la que no ceja, la que dice que no.
    Por un momento, abandonar el corsé de dama de hierro en una corte de filos y correr desnuda en la orilla calma de una playa desierta, amable. Por un momento, olvidar el trato viscoso y frío de los reptiles que pueblan los despachos del mundo, mezquinos, insaciables, fosilizados, y sentir el rubor del comienzo, la excitación del que empieza, la fiebre caliente de aquello que es un principio, nuevo, virgen, provocador, que se resiste y te incita, ven, conquístame. Si puedes.
    Por un momento, solo por un momento, sentir el asalto de vida de un pálpito, la caricia del silencio de la nieve en el camino, el albedrío salvaje de las olas que rompen, bravas, ajenas, estallan y mueren en otras mil olas en un retorno eterno y a la vez irrepetible.
    Amar. Ser amada. Solo por un momento.
    - ¿Se encuentra bien, señora ministra?
    No es una pregunta. Es una advertencia.
    Lobos.
    Ángela se lleva la servilleta a la comisura de los labios y asiente. Los odia. Los necesita. Ella los ha engendrado. Ellos acabarán devorándola.
    Por un momento se ha distraído. Quiere seguir. Puede aguantar. No debe pensar libremente. Ordena que se retire el almuerzo en la reunión de Estado. Retoma la concentración.
    Solo por un momento.

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  3. La dama entre sueños!

    Me acosté azorada, nerviosa con ese palpitar que me acompaña desde hace tanto tiempo que no sabría si es un aviso de algo que va a suceder, bueno o malo. Es lo único que no se sabe.
    Desde hace tanto tiempo, cuando me siento así me invade el miedo, antes me paralizaba, me quedada a la espera que algo sucediera. Podía subirme hasta la fiebre del pánico que podía llegar a sentir. Después, un día en situaciones de amoríos que son los que más valor te inyectan, me dediqué a provocar momentos.
    Provocar besos, discusiones, sorpresas…. Así después del momento creado, sentía el calor de la valentía y esa intensidad que te hace ser grande, o el frio del fracaso, tanto frio como si estuviera desnuda en medio de una tormenta de nieve.
    Me acosté azorada, pero entre el duermevela en ese principio del sueño, me encontré mirándome a un espejo. Estaba vestida de negro, poniéndome unos tacones de aguja negros también. Como son mis sueños, por fotogramas, pasé a encontrarme en una barra de un bar, sola mi reflejo se veía en el espejo de enfrente, bebía un Martini seco, en esas copas de película. Y en seguida el siguiente plano. Con una servilleta me encuentro leyendo un número de teléfono. Girando la cabeza, veo como un caballero se aleja, elegante con su caminar lento se va metiendo una mano en el bolsillo.
    En ese momento una voz, que no consigo identificar susurra
    - Va a llamar la dama!

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