viernes, 18 de diciembre de 2015

18 DICIEMBRE 2015

Viernes, 18 de diciembre de 2.015
[Nuestra Señora de la Esperanza Macarena, Nuestra Señora de la Expectación de Zapopan. San Flananio, San Gaciano, San Malaquías, San Miguel Syncelle, Profeta Miqueas]



1996Unos secuestradores asaltan la Embajada japonesa en Perú, provocando la muerte de dos policías, un magistrado y catorce secuestradores.
1990El Parlamento británico rechaza la restauración de la pena de muerte.
1979Entra en vigor el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
1975México y España reanudan sus relaciones diplomáticas, suspendidas después de la Guerra Civil.
1966Luis Bedoya Reyes funda el Partido Popular Cristiano en el Perú, siendo hoy en día el tercer partido más antiguo del Perú en actividad.
1944Aparece el vespertino parisiense Le Monde.
1940Adolf Hitler ordena a sus generales preparar la invasión de Rusia bajo el nombre clave de Operación Barbarroja.
1935El holandés Max Euwe nuevo campeón Mundial de ajedrez tras derrotar al ruso–francés Alexandre Alekhine que lo retuvo durante ocho años.
1892Tchaikovsky estrena El Cascanueces en San Petersburgo ante la presencia del Zar.
1812El primer Sorteo extraordinario de Navidad de Lotería Nacional tiene lugar en Cádiz.
1273Un terremoto destruye la ciudad italiana de Potenza.
[Fuente: efemerides.net]

Estamos en fechas electorales

Quien lo diría, cuando deberíamos estar con la zambomba y la pandereta, están nuestros políticos zumbándose hostias (literalmente) en plena campaña electoral.

Porque lo crean o no, este próximo domingo el pueblo español tiene el bonito derecho al voto y preciosa posibilidad de elegir el gobierno que tendrá este país en los siguientes cuatro años.

Así que, que más que pediros que utilicéis la jornada de reflexión de mañana para animaros a escribir algún que otro cuento con las palabrillas de esta semana:

BARATO
VENDEDOR
APERITIVO
TORTA
JEFE

Así que sin más, votad en consecuencia y con cabeza.

PD: Que tengáis suerte el próximo día 22, el día de la lotería... y si es que no hay suerte, al menos que tengáis salud para el día 23.

1 comentario:

  1. Todo ocurrió en un bar barato

    En aquellas tardes de verano, al terminar la jornada y de camino a la estación, paseábamos juntos por la alameda, charlando de nuestras cosas: de cómo nos había ido el día, de qué habíamos comido cada uno, de la anécdota con ese compañero de trabajo que nos había hecho reír tanto o de una situación incómoda provocada por aquella secretaria con incontinencia verbal. Recuerdo que, antes de despedirnos, justo antes de bajar las escaleras donde nuestros caminos divergían, solíamos parar a tomar un té helado en un lugar muy barato que había al final del paseo. Él sabía que mi situación económica no era la mejor en aquel momento y respetaba ese orgullo que siempre he tenido y que me impedía dejarme invitar, como si mi religión me lo prohibiera. “Además de tener asientos cómodos, siempre nos sorprenden con el aperitivo adecuado, ¿verdad?”, decía acompañando la frase con un guiño y una pícara sonrisa. Y es que no era de extrañar que aquel té viniera acompañado de unas patatas fritas, un platito de chorizo “al infierno” o una deliciosa porción de torta del Casar.

    En cuanto nos servían la consumición, un vendedor de rosas se nos acercaba sonriendo. También esto era habitual. Él me miraba, esperando un gesto de aprobación que yo siempre le negaba.

    Por un buen rato permanecíamos allí. Sorbito a sorbito arreglábamos el mundo. Sin prisas. Era cómodo estar allí. Era agradable y motivador resolver tantos problemas de la humanidad, aunque sólo pudiera ser de forma imaginada. Cuando el sol se iba, hasta el hielo de nuestros vasos se había evaporado ya.

    Lo que ocurría a continuación era como un ritual: tras pagar las bebidas a medias, nos levantábamos, él sujetaba mi rebeca mientras yo me la ponía, yo sonreía mientras se lo agradecía y nos acercábamos lentamente hasta la escalinata de la parte de atrás del bar. Allí él me miraba, me agradecía el rato pasado y me deseaba que tuviera un buen viaje en tren.

    Aquella calurosa tarde del último día del mes de Agosto, cuando ya había puesto mis pies en el primer escalón, me pidió que me esperara un minuto, y, con algunos circunloquios, me contó que por fin le habían ascendido, le habían hecho jefe de departamento. Yo sabía cuántas ganas tenía de esa promoción y lo duro que había trabajado para conseguirla. No puede reprimir tanta amorosidad contenida y me lancé a sus brazos, no sabía si metería la pata, pero le agasajé con un beso de esos que hacen historia, de esos de los que sólo se ven en las películas de amor y que piensas que nunca te tocará a ti.

    Él me abrazó con fuerza, recuperó el aliento y, sin pedir ni dar ninguna otra explicación, simplemente me dijo: ¿te vienes a vivir conmigo?

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