viernes, 20 de junio de 2014

20 JUNIO 2014

Viernes, 20 de junio de 2014
[Santa Eliada de Ohren, San Gobano, San Juan de Matera, San Metodio de Olimpo, San Novacio, San Silverio papa]




2002Tiene lugar la huelga general contra la reforma del sistema de prestación de desempleo y el INEM.
1995La petrolera Shell decide no hundir la plataforma Brent Spar en el mar después de mes y medio de conflicto con Greenpeace.
1991Berlín vuelve a ser capital de Alemania 43 años después.
1977Se construye el gran oleoducto llamado Trans-Alaska Pipeline System que atraviesa de sur a norte el estado de Alaska
1867El presidente Andrew Johnson adquiere el territorio de Alaska a los rusos
1863Virginia Occidental se convierte en el estado nº 35 de la Unión.
1860Garibaldi se adueña de la isla de Sicilia.
1837Alejandrina Victoria es coronada reina del Reino Unido y de Irlanda con el nombre de Victoria I (comienza la era Victoriana).
1833Las Cortes Españolas declaran a Isabel II heredera del trono de España.
1819El Savannah, el primer barco de vapor, cruza el Atlántico en 25 días.
1782El Congreso Estadounidense aprueba el diseño del emblema de la nación: el Sello de Estados Unidos

A las 00:00 del pasado día 19 de junio de 2014 se produjo un hecho en la historia de España que, independientemente de las ideas monárquicas o republicanas de cada uno, debemos recordar: EMPEZÓ A REINAR UN NUEVO REY LLAMADO FELIPE VI.

Pues bien, ahí estaba yo con mis dos hijos pequeños, sentado delante del televisor para que las imagenes que estaban viendo quedasen marcadas en su dúctil memoria infantil. Cargado de paciencia, respondiendo una y otra vez a las interminables preguntas

- ¿Y ese/a quién es?
- Pues ese es el padre de esta niña, que es princesa.
- ¿Y el príncipe?
- Pues es que ahora no hay príncipe, pero mira, si eres apañado y te lías con esa, tú podrás ser el príncipe.
- ¿Y esa quién es?
- Pues es la antigua reina, y es la abuela de esas dos niñas.
- ¿Y ese de barba?
- Pues es Rajoy, el que manda.
- Pues debe de mandar más que el Rey, porque le han puesto la corona a él...
- [Mi silencio a esta afirmación marcaba mi absoluta estupefacción con la imagen que veía en la pantalla]

Un tiro de cámara acertado. Una casualidad de la perspectiva. No lo sé, pero el caso es que sirvió para pasarnos unas cuantas risas durante la mañana.

Pues nada más, bajo el auspicio del reinado de Felipe el Hermoso (a no, perdón, que ese fue el primero de los Felipes), llamémosle Felipe VI el Constitucional, seguiremos incrementando el número de cuentos en el blog, esta vez con estas cinco nuevas palabras:

MEDIA
HORIZONTE
RESECO
FERIA
LUZ

Se ha abierto la veda de la escritura... adelante.






6 comentarios:

  1. Media o medía? Pienso en si Jorge en su carrusel de palabras inventadas en medio del atracón monárquico de ese jueves de corpus Christi familiar habrá olvidado el acento.
    Feria o fería? Aquí no hay dudas, al menos eso dice el corrector y menos mal porque no estoy yo para inventarme significados en este viernes tedioso en el que una tarde de viernes se vislumbra en el horizonte.
    Vislumbra es sinónimo de luz? Tiene algo que ver? Quizás Jorge me permita usarla en sus relatos, quizás haga la vista gorda una vez mas y me regañe con esa sonrisa que es su tirón de orejas particular.

    Me queda reseco. Podría hablar de mi animo de esta semana, o de como veo el ambiente en el trabajo, o de la tristeza que sale viendo un telediario, pero esperaré al domingo, mañana tengo boda y quizás me de para un relato.

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  2. Pues amigo Jacobo, sonrisa con tirón de orejas... se te olvidó poner el título. Propongo titularlo: HORIZONTE POSITIVO

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  3. (con el permiso del administrador)...

    ¿LUZ ESPECIAL? 1/2

    "Hay una luz especial esta mañana", se dijo Blüte, mirando por la ventana de su habitación. El paisaje, sin embargo, no decía lo mismo. Friedrichshafe era la típica ciudad media alemana, sucia, gris, industrial. Lo que veía por su ventana era un horizonte lleno de grúas, fábricas y chimeneas humeantes.

    Karl se ganaba la vida de feria en feria. Se encargaba de montar la enorme carpa del Oktoberfest. Gran aficionado a la cerveza, su trabajo tenía una parte ingrata (levantar la carpa comportaba un esfuerzo considerable), pero otra muy satisfactoria. Cada noche, cuando se abrían los cientos de barriles para servir a los asistentes, ellos eran los primeros en servirse.

    Se fue hace años de casa. No aguantaba el tenso y reseco ambiente que se respiraba. Con un padre ausente y una madre demasiado ocupada en cosas que no fueran sus hijos, pronto sintió que su lugar estaba fuera de allí. No echaba de menos casi nada, salvo a su hermana Blüte. Era más pequeña que él y todos sus pensamientos felices (los poco que recordaba), la tenían como protagonista.

    Blüte recordaba a Karl cada mañana. Era el primer pensamiento que le llegaba a la cabeza cuando ponía los pies en el suelo. Lloró mucho cuando se marchó de casa. Le había rogado, suplicado que no se fuese, pero no sirvió de nada. Karl era demasiado testarudo. Si tomaba una decisión, la llevaba a cabo sin pensar mucho en las consecuencias, ya fuera irse de casa, como de un foro de whassap.
    Ella era diametralmente opuesta. Cambiaba tanto de opinión al día y tenía tanta necesidad de que la gente lo supiera, que lo demostraba constantemente, ya fuera con las vecinas haciendo la compra, como cambiando su estado en los foros sociales.

    Esa mañana Blüte bajó a la cocina y miró el móvil, como siempre. Vio una llamada perdida cuyo número no se asociaba a ningún contacto, y pulsó el botón de llamada. Sonaron varios tonos y una voz, desconocida y cercana, respondió al otro lado.

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  4. ¿LUZ ESPECIAL? 2/2

    -“¿Quién es?”- le preguntaron. Varios segundos sin respuesta dieron paso a un balbuceante “¿Karl?”. -“¿Blüte?, sí, soy Karl. ¿Cómo estás?-

    El móvil se le cayó de las manos y las piernas y los esfínteres se le aflojaron. Cayó de rodillas y lo buscó rápidamente. Se había caído debajo de la alacena y no llegaba con la mano. Se estiró todo lo que pudo pero sus enormes pechos no permitían que se pusiera todo lo horizontal que necesitaba. Se levantó y buscó algo que le ayudara. Vio una escoba apoyada en la pared. La cogió con celeridad y volvió a agacharse violentamente. Esta vez, y como consecuencia de su anterior dilatación de esfínter, un sonoro pedo se le escapó cuando descendió al suelo.

    Mientras rebuscaba el teléfono afanosamente, un rápido pensamiento cruzó su mente. –“He manchado las bragas”- se dijo, pero con la misma rapidez que vino la idea, se esfumó. No así el olor, que comenzó a salir por la ranura superior de la prenda. La escoba chocaba contra la pata de atrás del mueble y no permitía arrastrar el teléfono hacia ella. Desesperada, comenzó a llorar.

    Karl vió el número que había marcado la noche anterior, cuando su última borrachera, la 25 de los 26 días de ese caluroso junio, había hecho que, en un esfuerzo supremo de concentración, recordara el número de teléfono de su hermana. –Son las 3:30 de la madrugada-, pensó, pero otro trago a la cerveza le disipó la duda sobre si era una hora razonable o no para llamar. Nadie se puso al teléfono. Continuó bebiendo y se quedó dormido.

    Le despertó el sonido del “que viva España”, que como todo alemán llevaba en el móvil. –¿Quién coño será a estas horas?- Eran cerca de las once de la mañana, un madrugón para él. La resaca le desapareció cuando vio el número. El subidón de torrente sanguíneo que le produjo la visión, hizo que el miembro viril se le saliera del calzoncillo, produciéndole un dolor sordo. No acertaba a darle al botón de descolgar con los toscos dedos, con más callos que su atributo masculino aunque al fin lo consiguió y oyó que le llamaban por su nombre, y después, no oyó más. Siguió llamando a Blüte, primero pausadamente, luego con insistencia, pero no volvieron a contestarle. Cansado de la indiferencia, colgó.

    Cuando Blüte consiguió mover la alacena para poder rescatar el móvil, rendida ya a la evidencia húmeda y olorosa de su descuido anterior, no había nadie al otro lado del mismo. Es más, el teléfono estaba destrozado. Se vistió a toda prisa, se cambio la ropa interior y corrió a una tienda de móviles para ver si podían hacer algo. No le interesaba el aparato, únicamente disponer de la información de las últimas llamadas, pero su esperanza chocó contra el diagnóstico del técnico. No había ninguna posibilidad de volver a tener esa o cualquier otra información contenida en el móvil. Estaba inoperativo para siempre. Destrozada, se marchó.

    Otro pensamiento fugaz se deslizó y pensó en ahorcarse con una media, pero, en su línea, lo abandonó rápidamente. La idea de pasar de nuevo tanto tiempo sin saber de Karl era tan pesada como la de no poder cambiar su estado de whassap.

    De camino a casa, se puso a pensar la frase que instalaría en su perfil cuando pudiera disponer de un móvil nuevo. “Ay cosas en la vida que son muy ingratas, pero siempre hay motivos para recuperar la alegría y seguir luchando por las cosas que te hagan feliz. Volverán los oscuros golondrinos en tus bragas sus nidos a colgar. Tq Karl”.

    No me va a entrar. Mierda.

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  5. A LA LUZ DE LAS ESTRELLAS

    Charlie había nacido en Crawford, un pequeñísimo pueblo en el interior de Texas. Un pueblo tan pobre, tan reseco y marchito que cuando tuvo la suficiente edad como para desplegar las alas, huyó literalmente de allí. Decidió moverse por el mundo, buscarse la vida, globalizar su existencia hasta encontrar un lugar más grande que su pequeño y recóndito lugar natal en el que poder vivir, ganar a la desidia y formar una familia.
    Fleurette era una chica bien del extrarradio de Paris. De familia de clase media, de correcta educación en los colegios de los barrios altos capitalinos y de amigas con las que podía compartir cualquier íntimo secreto. Fleurette tenía una luz especial.
    Eran dos vidas tan distintas que incluso el universo certificaba que había una lejana probabilidad de que sus existencias se unieran y esta pasaba por un remoto e insignificante momento infinitesimal.
    Pero esos momentos, por minúsculos que parezcan, ocurren y aparecen.
    Los dos habían tenido un año duro de trabajo. La providencia había conseguido que ese verano ambos hubiesen considerado la posibilidad de hacer turismo en la recóndita España. “Sol y playa” rezaban los folletos turísticos que Charlie ojeaba en la agencia turística de Wisconsin, donde vivía ahora. “Sensualidad, relajación y sol en nuestras playas” era el lema que aparecía en la página web donde Fleurette se aprestaba a contratar un paquete vacacional vislumbrando en su horizonte aspiracional la posibilidad de encontrar un amor pasional en la tierra de los toreros (y olé).

    Sin duda España no engaña respecto al sol. La feria de Córdoba, el calor y los rebujitos unió a esta extraña pareja. Charlie con más alcohol en sus venas de lo que su hígado podía destilar y Fleurette con más hormonas en su torrente sanguíneo que lo que su sexo podía soportar.

    Fue la semana más apasionada que el pequeño hotel cordobés podía soportar en sus débiles muros. No hubo huésped que no se enterase de pasión de la habitación ocupada por la extraña pareja del americano gordo, rubito y en constante estado de embriaguez y la francesa gritona que, únicamente daba señales de vida cuando se le veía por el hall del hotel tecleando compulsivamente en su teléfono móvil, contando las bondades de su amante a su grupo de amigas de whasapp:
    “He encontrado al amor de mi vida… no entiendo lo que dice, pero me río mucho con él. Ya sabéis que en una pareja reírse juntos une mucho.”
    “hacer el amor con él es genial. Siento como se unen nuestros chacras y vibramos en la misma frecuencia por el universo.”

    Una noche, con la cama aún revuelta, mirando el cielo andaluz desde el balcón de su habitación se juraron amor eterno:
    - Chalie, c'est beau et je t'aime tellement.
    - I do not know what you say me, fat bitch.
    - Bien sûr, je veux t'épouser.

    A lo que Charlie se tumbó en la cama con un sonoro eructo fruto del último trago de cerveza y se quedó dormido.

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  6. La luz de sus ojos

    Me encontraba en el porche, mirando al horizonte acariciando mis piernas desde el talón hasta la mitad del muslo. Que medias más bonitas, solo me quedaba ajustar el liguero. Cuando estaba preparada, solo tenía que subirme a los tacones y como si fuera un ritual, acerqué mi copa de vino blanco por si tenía algo reseca la boca, o simplemente por el placer que me provoca.
    La luz ya estaba bajando, quedaba poco para que viniera a buscarme e ir a la feria de artesanía que teníamos hoy en el paseo. Quiero esos candelabros, darán ese toque especial a la mesa para la cena.
    Medio giro y ya estaba mirando hacia el mar!! No necesitaba música. El sonido de las olas te puede hacer bailar. Y así con mi copa de vino blanco, y mis vistas al Cantábrico me encontró Abrazándome despacio por detrás tomó mi copa de vino como si fuera suya, puso su mano en su lugar favorito, entre mi cintura y mi trasero, no sabría bien dónde y después de darle un beso, le miré a esos ojazos para ver qué me decían.

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