viernes, 12 de julio de 2013

12 JULIO 2013

Viernes, 12 de Julio de 2013




1986Científicos llegan al lugar del naufragio del Titanic para explorarlo.
1985Publicación oficial de la norma legal que despenaliza el aborto en España.
1980En España se constituye el Tribunal Constitucional.
1949Se abre en Francia el primer banco de sangre civil del mundo.
1920Rusia reconoce la independencia de Lituania.
1902Se patenta en Alemania el proceso de fabricación de los barbitúricos.
1776James Cook inicia su último viaje de exploración.
1730Lorenzo Corsini es elegido papa y toma el nombre de Clemente XII.

Esta semana se celebra que hemos conseguido editar NUESTRO PRIMER LIBRO y sin duda me llena de orgullo y satisfacción que lo hayamos conseguido.

Para poder ir aumentado las posibilidades de poder editar un segundo libro, es necesario que se continúe engordando este blog de Cuentos Casuales. Así que hoy... otras cinco palabrillas:

URNA
ANTROPÓFAGO
DENTRO
MIRAR
RAZA

Pues nada... ahí las teneis !!!


5 comentarios:

  1. NUEVA RAZA
    Los forenses miraban la urna, dentro solo había restos....restos humanos...incompletos, como si de una nueva raza se tratara. La realidad era otra, antropófagos habían amputado ciertas partes del cuerpo, generado una nueva especie en apariencia. Eliminando las partes que les habían resultado más apetecibles para el gusto y para la vista o quizá se trataba de un intento de mejorar la especie, tal vez su conducta pretendía adquirir esas partes que se habían comido. Tenían una ardua tarea por delante, había que averiguar la razón de tal comportamiento. Un trabajo interesante.

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  2. La urna

    Mis lágrimas templadas siembran de surcos el rubor de mis mejillas, producido por el incesante bombeo de sangre. Sonrío, presa de la histeria que me consume. Son lágrimas de alegría. Lagrimas que liberan por fin una tensión demasiado tiempo contenida.

    Al fin tengo dentro de mi boca su bien más preciado. Creo que he soñando con este momento desde que asumí que mi vida ya nunca sería lo mismo tras conocerlo.

    Apenas puedo mirar a mi alrededor, con la vista nublada por las lágrimas y la sangre que salpica mi cara. El rojo vidrioso y sus gritos nublan también mi mente y apenas controlo mis sentidos, pero sé que sigo sonriendo, de eso soy plenamente consciente. Apenas distingo sus manos ejecutando un loco baile de movimientos descontrolados, yendo desde mi cabeza a su entrepierna. El furor con el que la sangre brota del lugar donde antes había un miembro, ha cubierto todo rastro de piel en sus manos y piernas. Aún en estado de éxtasis pienso para mis adentros que he descubierto una nueva raza. Y sigo sonriendo.

    Elevo la vista y consigo mirar dentro de sus ojos. Veo en ellos el miedo y el odio. Y los reconozco de inmediato, porque los he visto hace apenas unos minutos en mí misma, justo antes del ataque antropófago.

    Por fin se desploma, entre gritos ahogados por sollozos, tembloroso por la pérdida de sangre. Su mirada se desvanece y entonces me hago consciente de que es el momento de salir de la urna en la que me ha tenido encerrada durante tanto tiempo. Tanto que ya no sabía qué se sentía al sonreír.

    Abro mi boca y un pedazo de su ser cae de ella. Ahora ya puedo volver a reír.

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  3. MIRAR CON OTROS OJOS

    ¡Por fin! No me canso de mirarlo ¡Un 10! ¿Quién lo iba a decir? El sustituto ha resultado el mejor profesor de todos los que he tenido hasta ahora. La Historia contada por él es muy diferente. Nada de fechas ni batallas. Historias sobre razas extinguidas, ritos antropófagos, urnas funerarias, estrategias de guerra, costumbres de amor, las ropas de moda, las joyas y el dinero, las alianzas y las intrigas, las traiciones y el poder... ¡Lo ves tan real!

    No es que nos hayamos librado de los libros de texto, claro, pero sólo los usábamos como guía. Buscando en internet, leyendo novelas con protagonistas reales de la historia, viendo esos documentales que antes creía que eran aburridos, he entendido que la Historia es mucho más que ese mundo muerto que yo pensaba. Dentro de unos días tendrá que irse y nos tocará volver a memorizar. ¡Ojalá nunca volviera el Momia!

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  4. Mirando a Afríca.
    En aquella convención parecía que todos estábamos deseosos de conocer los últimos estudios sobre las tribus caníbales del centro de África. Me apunté por casualidad, Marcos me pasó la invitación y había olvidado totalmente aquel evento. Pero mirando con desinterés la correspondencia sobre mi mesa. Decidí que esa mañana era lo mejor que podía hacer.
    Después de mi viaje a África hacía 2 años, me interesaba mucho mantener la ilusión por seguir profundizando en este mundo. Todo es tan desconocido, solo nos llegan las noticias de pobreza y guerras y vivimos en este lado del mundo con esta información como algo habitual, cuando no debería considerarse nunca normal este tipo de noticias.
    Para entender a un pueblo, una sociedad debes conocer su historia, sus costumbres, su forma de vivir. Por ejemplo, una tribu antropófago no entra dentro del nuestro mundo cómo algo moralmente aceptable, pero en su mundo les define por eso el conocimiento es fundamental para poder comprender y participar en la evolución de cualquier sociedad.
    A las 9:00 de la mañana me encontré sentada en el auditorio, con todos los papeles en mi carpeta y dispuesta a mirar con atención para poder conocer más esos otros mundos.
    Observé a mi alrededor, y me maravillé de la cantidad de diferentes perfiles que allí estábamos, diferentes edades, sexos, razas..
    Por un instante una idea un poco triste pasó por mi cabeza, tantas personas interesadas y después los poderes del mundo occidental no quiere solucionar nada referente a los problemas tan grandes existentes en esos otros mundos, donde la mayoría de la gente no quiere profundizar.
    A medida que avanzaba la charla me di cuenta, que en la medida de mis posibilidades quería seguir aportando algo, decidí apuntarme en uno de los folletos donde te invitaban a participar como voluntario en un proyecto para conocer in-situ el áfrica negra más desconocida, rellené en papel y al salir lo introduje en la urna correspondiente. Es difícil que me seleccionen, pero si algo no se intenta, nunca sabrás qué posibilidades te ofrece ese camino. Las oportunidades surgen cada día, sólo tienes que decidir si das ese primer paso.

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  5. DENTRO DE LA COCINA

    Durante mi etapa laboral como pinche de cocina en un prestigioso restaurante con dos estrellas Michelín, pude conocer historias suficientes como para escribir un libro, o incluso varios.
    Sin duda esta es la que más huella dejo en mi memoria y por ese motivo es la que, una vez pasado el tiempo suficiente, me atrevo a contar.
    Primero de todo indicar que mi padre era guineano, y que mi nacionalidad es española, puesto que pertenezco a la segunda generación de la familia Ndongo-Bidyogo, que vive en este país desde que hace ya casi medio siglo este país acogió a mi familia. Y sin duda, sí, soy negro.
    Mi raza facilita los chistes sobre tribus de comedores de hombres y que yo siempre me he tomado con verdadero humor. Nunca dentro de este país me he considerado discriminado por mi color.
    Soportaba adecuadamente las pullas y las guasas respecto a lo adecuado de que el pinche que pela las patatas y friegue los platos sea negro. Nunca me quejé y siempre contestaba con una sonrisa.
    Juro que lo que hice lo consideré como una broma más, pero esta vez me tocaba a mi ser el bromista.
    Mi padre falleció y su deseo siempre fue que fuese incinerado. Tras la tristeza de su funeral y después de aguantar estoicamente el pésame de todos los asistentes me encargaron a mí la tarea de custodiar de la urna con sus cenizas.
    La idea se me ocurrió después de tener el jarroncito hortera un par de semanas al lado de la televisión. Miré dentro y encontré una bolsita de plástico sellada con un polvo oscuro como mi piel (y la de mi padre) que recordaba lejanamente al Cola Cao.
    Lo llevé a la cocina del restaurante y con la canción de “Yo soy aquel negrito, del África tropical…” metida en la cabeza y repitiéndola como un mantra, conseguí mezclar las cenizas de mi padre en leche, consiguiendo una crema espesa oscura nada apetecible. Mejoré el aroma con vainilla, ralladura de limón y naranja, chocolate puro, algún licor y azúcar, mucho azúcar.
    Conseguí una pasta color caoba brillante que a la vista y al olfato era reamente apetecible y que utilicé como guarnición de los postres que me tocó emplatar ese día.
    Entre las coñas de siempre recibí alguna que otra felicitación por esa crema pastelera de chocolate que había cocinado.
    Ese fue el día que más cerca estuve de observar un comportamiento antropófago tan de cerca.

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