miércoles, 24 de julio de 2013

9 AGOSTO 2013

Viernes, 9 de Agosto de 2013




1974Richard Nixon abandona sus funciones en la presidencia de los Estados Unidos.
1965Singapur alcanza su independencia de Malasia
1945Segunda bomba atómica lanzada contra una ciudad en la historia destruye Nagasaki.
1902Coronan el rey Eduardo VII del Reino Unido
1173Se inicia la construcción de la Torre de Pisa.
378Batalla de Adrianópolis (actual Edirne en Turquía) entre los visigodos y el ejército romano liderado por el emperador Valente, quién cae muerto en la contienda.

O realmente el cambio climático ha llegado y antes en estas fechas, hace 840 años hacía más fresquito o hay que estar muy loco para empezar a construir la Torre de Pisa un día como hoy. Pero como luego la construcción SOLO duro 177 años entiendo que les daba un poco igual empezar en Agosto o empezar en Diciembre. En fin, nosotros a lo nuestro.... Otras cinco nuevas palabras:

AVIONES
MARCADOR
ACUARIO
NAPOLITANA
MORDEDURA

Raras, raras. Combinaciones más que curiosas preveo en nuestros cuentos.

9 comentarios:

  1. LA NAPOLITANA ES LA CLAVE

    Las maquetas de aviones rotas en mil pedazos. El acuario hecho añicos en el suelo. En el escritorio, encima y debajo de la cama, en la papelera, fuera de ella, desgarrados, arrugados, empapados, cientos de folios señalados con marcadores de todos los colores.

    En el suelo mojado, entre peces muertos y cristales de la lámpara del techo destrozada, el cadáver desnudo con abundantes señales de mordeduras.

    En la habitación en penumbra destaca un único punto de luz. La del flexo de estudio, que en vez de encontrarse sobre el escritorio, ilumina la mesita de noche, enfocando un gran plato azul, en cuyo centro descansa una solitaria napolitana de chocolate.

    Un nuevo caso para el comisario Martínez.

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  2. Aviones y aeropuertos

    La despedida y el reencuentro más de película que he vivido, ha sido en el aeropuerto. Me gusta tanto ir a buscar a alguien o llevar.
    Empecemos por la despedida. Casi no nos conocíamos. Apenas un par de semanas incapaces de separarnos desde aquella noche que vino a mi casa. No sé si porque en dos semanas me iba, y solo pasaba por mi cabeza esos aviones que no podía perder. Pero vivimos todo tan intensamente que la despedida en el aeropuerto fue como una mordedura en el alma. Sentía como una parte de mí se quedaba con él.
    Creo que ha sido el viaje más largo de mi vida, minutos que parecían horas. Daba igual que intentara leer un libro, comer una napolitana o con mi marcador de dos colores intentar subrayar mi discurso. No conseguía calmarme. Y mis lágrimas mudas no cesaban de caer.
    El viaje pasó y cada día me llenaba de alegría por los mensajes y llamadas.
    El reencuentro fue en Valencia, volvía después de tres semanas con la inseguridad de no saber si seríamos los mismos o por el contrario, pareceríamos dos desconocidos.
    Al bajar del avión, el cansancio podía conmigo.
    Él vivía como yo en Madrid. Sabía en qué momento llegaba a España, el vuelo y la hora. Y el reencuentro fue como os he adelantado, de película.
    Al abrirse la puerta, allí estaba él, con sus vaqueros rotos y su camiseta negra. No recuerdo palabras, pero ese beso y ese abrazo. Siempre me acompañarán.
    Ahora las horas parecían minutos, y la intensidad era la misma o mayor.
    Al día siguiente después de una noche de no poder dejar de mirarle, me fui a dar mi charla. Quedamos en el acuario a eso de las 14:00.
    A partir de ese día, siempre me han gustado los aeropuertos y los acuarios.

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  3. La mordedura
    Todavía no sabía cómo me había podido meter en aquel lío. Me temblaban las piernas esperando en Barajas, rodeado de aviones, sujetando un cartel escrito a mano como si fuera un conductor de una agencia de viajes. Pero no esperaba a cualquier turista, no. Un contacto de un contacto. Gente seria, me dicen. Los mafiosos italianos siempre lo son. Negocio seguro, sin riesgo. Poco trabajo, una buena mordedura. Y ahora yo me arrepentía cada segundo. Sudaba.
    Y al rato apareció ella. Morena, altiva, con un porte como sólo lo pueden tener las chicas napolitanas que se saben poderosas. Una mirada, un pequeño gesto, la sigo como un gatillo. Nos sentamos en el bar cercano. Enciende un cigarro. Obviamente no se puede fumar, pero nadie le dice nada. Me ofrece el portadocumentos, un gesto natural, nada de a escondidas. Eso es para las películas. Lo entreabro, veo el fajo de billetes, cuánto dinero junto, y el postit con el marcador, apenas unos trazos: 4ª, nº 5. Apura su café, se vuelve a su puerta de embarque.
    Ya en la cola de las apuestas del hipódromo mis temblores crecen. Ambiente tranquilo, elegante. Un cuadro aquí, un acuario allí. Me sereno. Hago el intercambio. Revuelo al otro lado, dudas, consultas. Consigo mi resguardo, ¿y si lo pierdo? Más temblores.
    Acaba la carrera, resultado esperado, gente seria. Me pongo en la cola para cobrar, se acaban los temblores. ‘Hijo, ¿cómo vienes a cobrar este boleto? La carrera todavía no ha empezado’. Me lo enseña: nº 4 de la 5ª carrera. Mi risa nerviosa se hace incontrolable.

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    Respuestas
    1. Me gusta mucho!!!! A seguir escribiendo Amura

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    2. Muchas gracias, no lo dudéis! Aprovecho para preguntaros si tenéis inconveniente en que enlace y reproduzca mis cuentos en mi blog, asumo que no, pero prefiero preguntar a ofender.

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  4. DENTRO DE UN ACUARIO

    Sólo quedamos siete. Noche ha venido de nuevo. Se ha llevado a uno más de nosotros. El cuerpo de guardia no ha oído nada, no ha visto nada. Los Dogzzs ni siquiera han podido oler su presencia. Esta vez le ha tocado a Elitzza. No me puedo creer que ayer fuera ella quien nos animara toda la mañana, entre bromas y risas. Aún mantenía esa sensación de bienestar cuando los tres soles se ocultaron después de alinearse una vez más y nos tuvimos que refugiar. Ahora ya no me hará sonreír más.

    Llevamos 10 días tratando de encontrar el origen de Noche. Buscamos dónde se oculta, pero parece que ha sido él quien nos ha encontrado a nosotros y está mermando nuestra existencia uno a uno, dos a dos. La cantidad varía cada vez que actúa.

    Ahora no podemos volver. No sabemos cuán cerca está, ni si será capaz de seguirnos. Eso sería el fin para los pocos de la especie que quedan en el campamento. Estamos en un callejón sin salida. Creo que todos sabemos que no nos queda mucho tiempo para encontrarlo… si queremos volver.

    Avanzamos por este desconocido pantanal, protegidos con equipos anti-mordeduras. Los gases de sulfuro y la espesa vegetación hacen que apenas podamos ver con claridad a unos pocos metros de nosotros y, a veces, el marcador de posición nos da una situación poco fiable.

    De fondo, muy suave, suena en nuestras cabezas algo de música clásica. Esto hace más llevadera la búsqueda y calma la ansiedad del equipo. Creo reconocer los acordes de Beach Boys. Ha sido Tomeyotzzo quién ha activado el streaming de su casco para compartir sus pensamientos y recuerdos. Nos cuenta que ha encontrado este recital en la memoria de su abuelo. Todos podemos sentir las emociones de su antepasado, ver a través de sus ojos el momento de la salida al escenario de los intérpretes y como esos artefactos que llamaban “aviones” pintan franjas de colores en aquella especie de lienzo que llamaban “cielo”.

    Cambia el recuerdo y nos encontramos ahora en una pequeña plaza napolitana. De repente, todos nos paramos en seco, al unísono; todos hemos sentido un súbito escalofrío que nos recorre desde el estómago. Nos miramos unos a otros, paralizados, hasta que Tomeyotzzo nos dice: “lo llamaban beso. Era una demostración de afecto extremo”.

    La euforia se apodera de nosotros y nos movemos con mucha más agilidad. Avanzamos empujados por una extraña mezcla de relajación y al mismo tiempo con una activación especial de todos nuestros órganos sensoriales, los internos y los externos. Atónitos a lo que ese primitivo gesto ha provocado en el grupo, algunos nos preguntamos por qué el gobierno no programa este activador en los equipos de rastreo.

    Presiento que no estamos solos, y vuelve a mí la sensación de estar paseando sin rumbo sobre el fondo e un sucio acuario. No me gustan las sensaciones que me genera esta búsqueda y corto la retransmisión al grupo, antes de que los Dogzzs identifiquen mis emociones. No quiero alterar el momento de placer que vive el equipo, quizás sea el último que todos disfrutemos.

    No quiero pensarlo, pero sé, indudablemente, que no saldremos de ésta.

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  5. HUBIESE PREFERIDO UNA MORDEDURA

    Silvia era una niña de nueve años, hija única de padres de gran influencia en la política napolitana. La familia era dueña de una compañía aerea y los aviones daban suficientes beneficios para que la niña tuviese todo lo que hubiese querido y deseado una niña normal con buena educación, pero lo que más tenía era una soledad incomparable. Sus padres solían salir a fiestas y reuniones y la dejaban sola. Por ese motivo, desde que era muy pequeña, desde que podía recordar, siempre había tenido diferentes mascotas: gatos, hamsters, tortugas de agua, acuarios con peces de colores, y ahora, como no, un perro.

    Todo cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande con la idea de que cuidase a la niña cuando creciera. Silvia y Roko se volvieron inseparables. Una noche como cualquier otra los padres fueron a despedirse de la niña; el perro, ya acostumbrado a dormir con la niña, se dormía bajo la cama.
    Los padres se fueron y pronto la niña se sumió en un sueño profundo. Aproximadamente a las dos de la madrugada, un fuerte ruido la despertó, eran como rasguños leves y luego más fuertes. Entonces, sin ningún miedo por recibir una mordedura, bajó la mano para que el Roko la lamiese. Era como un código para tranquilizarse entre ella y el perro. Notó la áspera y cálida lengua de su amigo y se tranquilizó y se durmió otra vez.
    Cuando Silvia se despertó por la mañana descubrió algo espantoso. En el espejo, como escrito con un marcador grueso, había unas irregulares letras rojas. Se acercó y vió que era un rastro de sangre que decía:


    "NO SÓLO LAMEN LOS PERROS"

    Paralizada, dió un grito de terror al ver a Roko boca arriba con un profundo corte desde la garganta hasta los cuartos traseros que dejaba a la vista todos sus órganos internos.
    Se dice que cuando sus padres la encontraron en posición fetal junto al cuerpo del malogrado perro, Silvia repetía sólo una frase "¿quién me lamió?" y decía el nombre de su perro. Se volvió loca y hoy en día continúa en el manicomio en que sus padres la ingresaron tratando de que su mente volviese a la normalidad.

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  6. LAS SECUELAS DE UNA MORDEDURA

    Los aviones aterrizaron casi a la vez. Uno procedía de París y otro de Londres. Uno de los primeros pasajeros en salir del primero fue una guapa napolitana. Lo deduje de su cálido, pero firme acento cuando la despedí con mi grave tono de voz: "good bye" y ella me contestö: "arrivederci, amore".
    Yo estaba en la sala de embarque esperando a que otra guapa azafata de la que, para mi desgracia, desconozco su nacionalidad porque su saludo apenas era audible, anunciara la entrada en la aeronave para emprender el vuelo. Iba a Amsterdam, en viaje de negocios. A mí me pierden las mujeres. Es ver una buena delantera o un buen trasero y perder, al instante, la cabeza.
    Mi madre atribuye estos lapsus que me dan a la mordedura que sufrí, cuando era un adolescente, por parte de un perro rabioso con el que me disputaba el hueso de una costilla. El perro, por supuesto, era mío y la costilla también.
    Estoy soltero y sin compromiso. Aún no entiendo las razones ni de lo uno, ni de lo otro. Pero esa es la cruda realidad. Soy metódico en mis gustos, aunque no discrimino ni razas, ni lenguas. Todas me gustan.
    Entreno en un equipo de fútbol masculino -esa es la pena- a jóvenes con edades adolescentes. El marcador siempre nos es propicio. Tanto en casa como fuera. Mi dinero me cuesta.
    Tengo una colección de peces de todos los colores en un acuario que ocupa medio salón de mi chalet unifamiliar. A veces quizá exagero, pero nadie es perfecto.

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