viernes, 26 de junio de 2015

26 JUNIO 2015

Viernes, 26 de junio de 2.015
[San Antelmo, San David de Tesalónica, San Deodato de Nola, San José María Robles, San José Ma Taishun, San Josemaría Escrivá de Balaguer, San Maxencio, San Pelayo, Santa Perseveranda, San Salvio, San Superio mártir, San Vigilio]



1979Muhammad Ali se retira del boxeo.
1977Último concierto de Elvis Presley.
1976Es inaugurada oficialmente en Toronto, Canadá, la estructura más alta del mundo construida por el hombre: la Torre CN
1975Indira Gandhi establece un gobierno autoritario en la India
1960Madagascar alcanza su independencia de Francia.
1945Firma de la Carta de las Naciones Unidas y el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, en San Francisco.
1924Las fuerzas estadounidenses se retiran de la República Dominicana
1906Primera edición del Grand Prix de Le Mans.
1890Se instaura el sufragio universal en España.
1819W.R. Clarkson patenta la bicicleta.
1709Felipe V concede a la villa de Ayerbe Los títulos de noble y fidelísima, por la colaboración prestada en la Guerra de Sucesión española.
1508El cardenal Cisneros inaugura la Universidad de Alcalá de Henares, Madrid.


Pues sí señores, esta semana ha sido la primera en la que los niños han disfrutado de sus merecidísimas vacaciones de verano, y los padres que tenemos vástagos en edad escolar y que no disponemos de tres meses de vacaciones, tenemos que empezar a hacer malabarismos para ver donde vamos colocando a los pobres churrumbeles.

Así que sumando más presupuesto al de las vacaciones, hacen su agosto, y nunca mejor dicho, los campamentos de verano, clinics deportivos, y demás empresas de eventos que se encargan de nuestros hijos durante estas fechas.

Así que, con menos tiempo que el conejo de Alicia, se proponen las siguientes cinco palabrillas de la semana:

GUERRA
ALMOHADA
COMBINAR
PLAYA
PENSAR

Venga!!!, escritores veraniegos!!!



3 comentarios:

  1. GUERRA DE ALMOHADAS
    Hace rato que es de día. Por los resquicios de la persiana que anoche no recordaron bajar, una luz intensa se cuela empujando a los que, en la habitación, hacen que duermen.
    Aitor se gira en su cama y se pregunta dónde dejó ayer los zapatos. Sonríe pensando en la palabra “ayer”: apenas han pasado unas horas desde que llegaron. No se atreve a mirar a la mujer que respira suave en la otra cama, y clava sus ojos azules, como de orilla de mar, en el pequeño balconcito que da a la calle San Vicente. Ahí están, cubiertos de mugre en distintas texturas. Localiza el pantalón y la camiseta sobre la silla, tan sucios o más que los zapatos. Busca bajo las sábanas: sí, lleva los calzoncillos puestos.
    Marina le observa desde hace un rato. Está acostada sobre el brazo izquierdo y empieza a sentir un molesto hormigueo, pero dejaría que le arrancaran la extremidad antes de moverse y romper la magia del momento. Cubierto solo hasta la cintura, Aitor le obsequia la vista con un torso nervudo y níveo, los brazos tras la cabeza, permitiendo que la luz de mediodía se entrelace en su vello del color de la arena de la playa. Lleva un collar de cuero y piedras, y luce un pendiente de plata como si acabara de volver del Cabo de Hornos. Marina exige a su cerebro que guarde esa imagen para siempre. Para siempre.
    Pasa un rato sin que ninguno de los dos diga nada, aunque ambos sospechan que el otro sabe que está despierto. Aitor se incorpora, despacio, como si no quisiera despertar a Marina, aunque eso es exactamente lo que desea. Decide que se acercará a la cocina a tomar un vaso de leche, que es algo que ha visto en una peli y le parece suficientemente disimulado. No tiene ganas de irse. No aún.
    Marina se remueve en la cama, se frota los párpados, y emite un sonido gatuno y remolón. Las punzadas del brazo izquierdo son ahora mordiscos de lobo. Las ignora, soberanamente.
    Se miran y se ríen, él sentado al borde de la cama, a contraluz, ella tendida y espléndida, recibiendo coqueta los rayos de sol que entran sorteando la persiana y combinan con el resplandor de algodón blanco de las sábanas. Se dan los buenos días, intentan ser naturales y no lo consiguen, y se ríen aún más. Las frases educadas de ascensor sobran, no caben ¿a quién pretendemos engañar? Ni que fuera cosa de cada noche que un hombre así durmiera en la cama de al lado. Ni que fuera cosa de cada día despertar al lado de una mujer así. Los ojos de Marina son profundos bosques de castaños que invitan, y su boca, fresca, promete sabores de fruta roja. Aitor, todavía sentado y sin parar de reír, se baña en esa mirada de miel oscura, lanza con elasticidad de circo una almohada contra Marina, ella la coge al vuelo y se la devuelve, y la risa arrecia y les empapa. Más allá de la persiana que olvidaron bajar anoche hay un destino, que conjura, enreda y separa, una vida tramposa que cambia las reglas a cada minuto, y un universo que confabula para que, tal vez, no consigas lo que deseas. Pero eso ellos aún no lo saben, y ríen a carcajadas frescas de rubor y ganas, y una feroz guerra de almohadas estalla en la habitación con balconcito a la calle San Vicente de un piso alquilado en una ciudad de vientos y mareas que anoche celebró sus fiestas de verano.

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    1. Me huelo un "basado en hechos reales" 😉
      Por cosas como esa es la frase de mi perfil en el was.
      Ainssss

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  2. Guerras mañaneras!!

    Si tengo que pensar en momentos felices pienso en las guerras de almohadas y en las guerras de cosquillas que organizábamos de pequeños mi hermano y yo. Y ahora estando en la playa esperando que venga a mi cama toda la tropa, pienso en aquellos momentos con tanto cariño que hasta puedo sentirlos como reales.
    En ese momento me hago el dormido, disimulo recordando a José Antonio, y esperando que se suban a la cama a Carlota y a Iñaki. Van trepando desde los pies hasta que me rodean combinando risas y siseos. Intentando mantenerme serio y dormido sin mover ninguna parte de mi cuerpo.
    De repente cuando lanzan el grito de guerra
    -¡Al ataque!
    Con las almohadas en alto, lanzo mis ágiles brazos para atraparlos y defenderme con esas cosquillas que hacen que consiga derrotarlos…
    Entre carcajadas y rugidos entra en el dormitorio la mamá preparada para reñirnos a todos, y en ese momento mientras se dirige a la ventana para abrir de par en par las cortinas, nos abalanzamos sobre ella para continuar con esa guerra…
    de cosquillas y de almohadas!!

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