lunes, 1 de junio de 2015

29 MAYO 2015

Viernes, 29 de mayo de 2.015
[Santa Bona, San Exuperancio de Rávena, San Gerardo de Macon, San Hesiquio Palatino, San Maximino de Tréveris, San Senador de Milán, Santa Úrsula Ledóchowska]




1970Los Montoneros, un grupo peronista secuestra en Argentina, al general Pedro Eugenio Aramburu
1953El neozelandés Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay coronan la cima del Monte Everest.
1848Wisconsin se convierte en el estado número 30 de los Estados Unidos de América
1810Día del Ejército Argentino. Se decreta la creación de los cuerpos militares nacionales, que velaran por la defensa y autodeterminación del pueblo argentino, y su integridad territorial.
1790Rhode Island se convierte en el estado número 13 de los Estados Unidos de América
1494Batalla de Acentejo: Los castellanos sufren su mayor derrota del ejército de tierra contra las tropas guanches, en el barranco de San Antonio, Tenerife.
1453Los turcos toman Constantinopla. Fin del Imperio Bizantino.
1176Batalla de Legnano entre el emperador Federico I Barbarroja y la Liga Lombarda.

¡¡ Qué mal !! ¡¡ Qué mal !! Me ha vuelto a pasar... una semana más se me ha pasado publicar la entrada el viernes.

Además este fin de semana ha sido intenso, por tanto, tampoco he podido adelantarla. Así al menos, fiel con los lectores del blog, y aunque un poco tarde aquí están las cinco nuevas palabras de hoy:

SUEÑO
ERROR
DIPLOMÁTICO
CALOR
ALFOMBRA

Como penitencia me comprometo a poner un cuento esta semana.

Vamos, valientes !!!




4 comentarios:

  1. Mis recuerdos son sueños

    Piensas que tu hogar es tu rincón, tu lugar donde encontrar calor cuando tienes frio o te sientes inseguro, cansado. Es donde refugiarte, donde construyes y escondes las cosas más personales. Es un entorno donde no puedes ser diplomático. No importa quién entra en tu casa, al abrir la puerta abres una entrada en tu zona privada y por eso privilegiada para el que entra.
    No creo que sea un error ver tu espacio como algo especial donde todo te define, las fotos, los muebles las alfombras, los colores…
    No es un error el tener cosas que siempre te recordarán a momentos compartidos, a personas que están o ya no están. Objetos a los que te aferras porque definen parte de tu historia. De las personas que han pasado por tu vida. De regalos entregados, de besos y abrazos que ya no podrás volver a sentir.
    Quizás por eso mis recuerdos son sueños. Muchos de ellos hoy no podré recurrir a una foto, a un reloj para recordarlos, tendré que hacer el esfuerzo de verlo todo dentro de mí.
    Hay ladrones que roban oro, joyas, máquinas… en mi caso estos ladrones me han robado parte de mi historia de mis secretos.

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  2. QUIZÁ FUE UN ERROR

    Ha llegado el momento de despedirme de ti. Y como me temía, ninguna despedida de amor es fácil. Cuando se tiene que decir adiós, no se encuentran las palabras. Sólo queda tristeza y dolor y es el corazón el que se ensombrece.

    No hay manera de decir esto de forma diplomática. Entenderás que no puedo hacerlo de otra manera más que escribiéndote. No podría mirándote a los ojos porque la profundidad de tu mirada me impediría hablarte. No podría estar contigo frente a frente porque el calor de tu presencia nublaría mi mente. Sería un error mortal enfrentarme a tus palabras pues, en esta situación cobarde me sentiría incapaz de decirte lo que siento.

    Nuestra historia de amor no podía tener un final feliz. Comenzar en la cima del amor solo podía augurar un descenso mortal por la ladera. He sido feliz contigo. Me has hecho reír, me has hecho temblar, me has hecho soñar. Nos respetábamos, aceptábamos nuestras manías y nuestras pasiones y nunca intentamos cambiarnos el uno al otro. Vivir a tu lado era compartir un sueño placentero, una sensación onírica perfecta.

    Pero todo se acaba, porque nada es infinito. Porque hasta la inmensidad de la arena de la playa está sobrevalorada, no son más que piedrecitas diminutas. Porque el más inmortal de los jardines del edén termina secándose si no se riega. Porque nada es eterno. Porque el café se enfría. Porque el humo se esfuma. Porque el tiempo pasa y la gente cambia.

    Sabes que nunca he querido a nadie como te he querido a ti y que me es imposible imaginar que alguna vez vuelva a sentir este amor en el futuro. Pero este último tiempo no ha servido más que para extender la alfombra roja hasta la puerta de salida. No me voy sin nada en los bolsillos. Me llevo tus besos sinceros, tus caricias certeras y tus abrazos espontáneos. Me llevo las risas juntos y las confidencias. Me llevo el olor de tu pelo, el sabor inconfundible de tu piel y el sonido de tu voz.

    Espero que entiendas este adiós inevitable y sabiendo que formas parte imborrable de mi vida, únicamente deseo tener para siempre un pequeño rincón en tu corazón.

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  3. ERROR, YO NO ME LLAMO AMELIA

    Pero, pero… ¿Qué hago yo vestida de esquimal, en una recepción del Cuerpo Diplomático, caminando sobre la alfombra que cubre la piscina? ¡¡Me muero de calor!!
    Alguien me llama ¡Amelia, Amelia! No, no, es un error, yo me llamo Amalia.

    ¡Amelia, Amelia! Imposible, no se despierta. El sueño es demasiado profundo ¡Amelia, Amelia!

    Javier, ¿estás seguro de que no te has pasado con la anestesia?

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  4. SUEÑOS ROTOS (O NO)
    - ¿Quieres casarte conmigo?
    Eva toma un café con leche tibia mientras juega al parchís con Miguel. Un poco como cada tarde. Sin novedad. Incluso el calor, que merodea por las calles como un animal hambriento, ha pasado a la parte de atrás de los telediarios. Nadie habla ya de una ola porque no lo es: ha venido para quedarse.
    Miguel ha sacado un seis y debe abrir la barrera. Remuga bajito mientras sopesa las diferentes posibilidades que tiene sobre el tablero. Eva retiene el café en la boca como si así pudiera detener el tiempo ¿Qué ha dicho de casarse? No ha debido de oír bien. Decide tragar y callar, dejará pasar el líquido por su garganta y así también este momento pasará.
    Miguel y Eva nacieron en un pueblo minúsculo con apenas mes y medio de diferencia entre ellos, y con más de quince años respecto a la siguiente generación. Dado que eran los dos únicos niños de la aldea, la diferencia entre padres, tíos, familiares y vecinos quedó difuminada, y los niños crecieron en una nebulosa de afecto densa como la miga de pan. Compartieron juegos en la plaza, madrugones, autobús para el colegio, tareas, canicas, sonrisas, pedradas, sueños, decepciones, frutas robadas de las huertas y severos castigos si había mala suerte y el dueño estaba mirando. Llegó esa edad en la que la decencia obliga a establecer barreras y ninguno de los dos se interesó en saltarlas. Estaban tan seguros de que el otro estaría siempre al lado que se limitaron a esperar. Eva no se planteó nunca estar en otro sitio. Su futuro con Miguel era algo tan natural como ver salir el sol cada mañana: nadie se cuestiona que pueda existir otra posibilidad.
    ¿Y si la hubiera?
    - ¡Que si quieres casarte conmigo!
    Miguel ha movido ficha eligiendo la peor de las opciones. Es un jugador pésimo, y Eva tiene que hacer trampas no siempre discretas para dejarle ganar alguna vez. Ha transformado su pregunta en una exclamación sin parar de agitar el cubilete en el aire, y espera respuesta con sus ojos pardos clavados en los pequeños, miopes y aterrados ojitos de la dulce Eva, que se sobresalta y derrama el café sobre la alfombra.
    Eva Pérez Mazón: ¿quieres pasar el resto de tus tardes tomando café con leche tibia y haciendo trampas para que Miguel García Viejo pueda ganar alguna vez al parchís en el salón de una casa de pueblo que arde en verano y se hiela en invierno, hasta que la muerte os separe? Eva se siente como si encendiera la luz en una habitación por la que lleva un rato caminando a oscuras y comprobase que se ha equivocado, uy, perdón, si no es la mía, y quisiera volver atrás despacito sin inmiscuirse en aquello que no le concierne, salir discretamente, sin tocar nada, accionar el interruptor y cerrar la puerta y alejarse deseando que nadie note su error y que su irrupción equivocada no ocasione molestias. ¿Qué pasaría si Miguel desapareciera de su vida? ¿Y si ella tuviera una propia, esperando?
    Miguel sacude el cubilete con enojo e impaciencia. La pregunta era bien sencilla, a qué viene tanta duda. Ella detiene su mano, piadosa, le mira con ternura infinita y busca en su garganta el tono de voz de la miel: “Verás Miguel, yo…”
    - A ver, Eva, yo no soy diplomático, ya sabes que me gusta ir al grano y hablar clarito. Si tú no quieres casarte me ha salido otra pretendienta, la Graciana, prima segunda de la cuñada de mi tía la pequeña, por parte de padre, que además acaba de heredar unas tierras de secano en Villalmadroño que valen un potosí. Y el negocio hay que decidirlo rápido porque la moza ya está añosa y lo de los hijos no hay que retrasarlo. Así que a ver qué dices: con quién me quedo, con la Graciana o contigo.
    Como un rayo que trepana la oscuridad e ilumina la noche, las palabras de Miguel le muestran a Eva el camino:
    - Conmigo, tonto, conmigo, donde vas a estar tú mejor que conmigo. Venga, mañana mismo arreglamos los papeles del casorio, que para luego es tarde. Hala, te comí, esta para casa y cuento veinte. ¿Te preparo algo de merendar?

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