jueves, 3 de octubre de 2013

03 OCTUBRE 2013

Jueves, 03 de octubre de 2013




1993Yeltsin saca los tanques para aplastar una sublevación en Moscú.
1985Los Reyes inauguraron en Granada la Conferencia Europea de Ministros y responsables del Patrimonio Arquitectónico. Asisten representantes de veinte naciones.
1965Fidel Castro da a conocer la carta de despedida del Che.
1919Convenio Internacional de París que marca el punto de arranque de una nueva rama del Derecho, el Derecho Aeronáutico.
1910Se producen en Lisboa los primeros chispazos del movimiento revolucionario que derrocó a la Monarquía.
1900El político británico Winston Churchill es elegido por primera vez miembro de la Cámara de los Comunes.
1898El primer tranvía eléctrico comenzó a rodar por las calles de Madrid en esta fecha.
1863Una comisión formada por políticos mexicanos ofrece el Trono de México al archiduque de Austria, Maximiliano, quien aceptó el ofrecimiento
1792Colocación de la primera piedra de la Casa Blanca, en Washington, sede oficial de los presidentes de Estados Unidos.
1714Cédula de Felipe V aprobando la fundación de la Real Academia Española, constituida el año anterior por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena.

A la vista de que las reglas se pueden saltar de manera indiscriminada, parece buena opción crear esta nueva entrada a la que titularemos "A TU BOLA"...

De esta manera los escritores que las "estrictas" normas del blog le parezcan que coartan su inspiración e iniciativa puedan expresar todo su potencial.

En esta entrada no hay más normas que las que limite el propio blogspot.

Señores escritores... a escribir !!!



10 comentarios:

  1. No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
    (Oscar Wilde)


    No sigo las reglas, sino las excepciones. (Cap. I)


    Me acaba de llegar la comida.
    Encontré esta cueva de casualidad y decidí que iba a ser mi nueva casa. Escondida, oculta, lo suficientemente apartada de la civilización y lo bastante transitada para que no me falten alimentos, cálida en invierno, fresca en verano, corre un pequeño manantial que desagua en un extremo y que me permite deshacerme de las inmundicias, propias y ajenas y tiene una pequeña abertura por la que entra luz natural así que apenas salgo al exterior salvo para cazar y asegurarme provisiones.

    Hoy ha sido fácil, una excursionista de unos treinta y tantos ha caído en una de las trampas que rodean la cueva. Aprendí a construirlas buscando sitios de supervivencia en Internet y pasaron meses hasta que fueron eficaces. Al principio nada, sin resultados, día tras día vacías. Luego pequeños animales de carne dura que tan solo abrirles y desollarles me repugnaban y terminaba por arrojarlos a los carroñeros, hasta que un día en una de las rutinarias rondas comprobé que mi paciencia daba sus frutos.

    Era un hombre maduro con una herida abierta en la cabeza de la que manaba abundante sangre tiñendo sus pelos canosos. Permanecía inconsciente, hecho del que me percaté cuando lo estaba sacando de aquel agujero y despertó, y al verse atado y desorientado comenzó a chillar pidiendo ayuda. Mis movimientos fueron casi instintivos, solté la cuerda dejándole caer de nuevo y salté sobre él. Con mis propias manos apreté su cuello mientras sus ojos me interrogaban sobre lo que estaba pasando, su cara se tornaba cada vez más oscura y terrorífica y su mano se aferraba a mi pecho hasta que por fin dejó de moverse. Me derrumbé a su lado, extenuado, mi corazón golpeaba el pecho como si robara los latidos de aquel aliento que acababa de expirar. Una sensación extraña de relax, satisfacción, poder, que no soy capaz de comparar con nada hasta ese momento experimentado. Me gustó, sonreía.

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  2. Incierto es el lugar en donde la muerte te espera; espérala, pues, en todo lugar (Séneca)

    No sigo las reglas, sino las excepciones. (Cap. II)

    Bajo al agujero despacio, con cuidado, sorteando las afiladas estacas de madera que con tanto esmero preparo en mis días de “entrecaza”. Me corre un escalofrío por la espalda pensando en que un descuido en mis pasos o un nudo flojo de la cuerda por la que me descuelgo puede hacer que corra la misma suerte que mi desafortunado bocado. Sonrío por lo paradójico de mis pensamientos mientras asiento mis pies sobre un gran charco de sangre.

    Mantiene los ojos abiertos por lo que le saludo

    –“Buenos Días”-

    No puedo evitarlo, siempre lo hago, pienso que los muertos con los ojos cerrados no lo están del todo y que las imágenes son capaces de llegar a su interior reflejando en su subconsciente la foto de su último momento en esta vida. Lo menos que puedo hacer es tratarles con educación.

    Observo con detenimiento el efecto de las heridas y hago una primera evaluación de la captura. Tiene algunas contusiones en la cara por efecto de la caída, nada que no solucione el fuego. También el fuego eliminará la barba manchada de sangre fruto sin duda de los últimos estertores. Compruebo con desagrado que una de las ramas ha desgarrado el glúteo y un trozo de su carne cuelga junto al jirón del pantalón caqui de Decathlon como si de un llavero se tratara. Por último, un gran palo le atraviesa el vientre desde la espalda, de forma limpia y con ligera inclinación ascendente, lo que mantiene a mi excursionista favorito de hoy en una posición bípeda recostado hacia atrás y mirando hacia el exterior del hoyo, como si se hubiera dormido mirando las estrellas de la noche, esperando a que alguien apareciera o sencillamente preguntándose cómo salir de allí.

    Ha sido un gran día de caza. George, como he decidido llamarle, es un tipo corpulento y con una buena masa muscular. Me ha costado sacarle de la trampa y desensartarlo de la pica pero ya está en la entrada de mi cueva gracias al carro de madera que construí y que permanece debidamente oculto. La verdad es que en ocasiones echo de menos esas cosas, creo que pasé toda mi juventud documentándome en la Red e imaginando las situaciones en las que aplicaría todo eso. Un carro de madera, manuales de supervivencia, como hacer un artefacto explosivo, armas caseras, todo valía en aquella imaginativa cabeza adolescente que se prolongó muchos años.

    -eh, disculpa, ¿por qué me has hecho esto? –

    La voz de George me saca de mis pensamientos mientras tiro de él por los pies y le arrastro hacia el interior de la cueva. No es la primera vez que un muerto me habla, también es de recibo que él me responda si le he tratado con respeto, lo que me ha sorprendido esta vez es que es muy expresivo y mueve las manos sin parar, normalmente sólo abren los ojos y la boca. Me detengo unos instantes, miro hacia otro lado, respiro dos veces, y cuando lo hago vuelvo a ver a George inmóvil y con los ojos cerrados. Creo que la comida de hoy me va a revolver el estómago.

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  3. Cuento infantil generado por los sueños de mi chaval de 8 años, posiblemente aderezado con impulsos de imaginación improvisados destinados a mejorar la historia.

    MI ISLA DEL TESORO, (Dani Cebolla)

    Llegué a aquella isla con mis tíos y mi primo de dos años y tras desembarcar en la playa nos adentramos en esa frondosa jungla en busca del tesoro. El tío Raúl iba abriendo camino a través de la maleza con su machete, espantando brillantes pájaros de colores y descubriendo pequeños bichos que no sabía identificar bajo las plantas. Llegamos al primer claro y allí encontramos al otro grupo, nos querían robar lo que habíamos venido a buscar y se nos habían adelantado. Rápidamente nos rodearon con malas pulgas sin saber muy bien lo que querían, entonces el pequeño Samuel lanzó el pulpo de peluche a su padre, este lo levanto por encima de su cabeza y lo mostró a los agresores en actitud amenazante. Los piratas huyeron aterrorizados y entonces comprendí el poder de los juguetes con buenas intenciones.

    La gruta del tesoro la encontramos más adelante, oculta tras las copas de dos árboles que se alzaban hacia el cielo y sus troncos gruesos podrían ser la casa de cualquier humano. La tía Virgi decidió dónde tenía que cavar tio Raúl, mientras que Samuel le ayudaba con su pala de playa y habrían llegado a las profundidades de la Tierra si yo no hubiera empujado aquella roca que me pareció sospechosa. Allí estaba el tesoro dentro de un viejo cofre de madera medio podrida, de él sobresalían collares con diamantes, joyas, repleto de monedas y una gran corona con precias preciosas. Los tíos reían y saltaban abrazados, Samuel golpeaba de alegría el suelo con su pala y yo me quede paralizado al ver tantas riquezas juntas. Metimos su contenido en un gran saco y salimos de aquella cueva convencidos de que éramos millonarios.

    De camino al barco nos sorprendieron de nuevo los piratas. Aquellos guerreros habían vuelto dispuestos a quitarnos lo que tanto esfuerzo nos había costado y furiosos por la batalla del pulpo de peluche. Se adelantó el más fiero de ellos, jamás había visto a un hombre tan feo, tan sucio y tan enfadado, iba armado con un cuchillo balístico en forma de diente de león que lanzaba a diestro y siniestro. En un movimiento de gato salté sobre él y le arrebaté su arma con un certero golpe de karate que había aprendido en el patio del cole. El guerrero se quedó con cara de tonto al ver como un niño de 8 años le había ganado, y era la segunda vez en el mismo día.

    Ahora sí, repartimos el dinero y abandonamos todos muy contentos la Isla del Tesoro en aquel barco blanco de vela.

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  4. Historia de una taza (I)


    Día 1
    Hoy me he despertado como loca de contenta. Me encuentro en el interior de una caja camino de mi destino final, el lugar donde voy a vivir, trabajar y encontrar el motivo para el que he sido fabricada y mi razón de existir. Vivo en un estado de euforia fuera de lugar y supongo que mis compañeras dentro de este confortable transporte lo viven igual. No somos lujosas, pero tendremos una vida cómoda, conoceremos a muchas personas a las que su encuentro con nosotras será placentero y estamos dispuestas a darlo todo para ello. No diré que soy exquisita pero tengo un tacto suave y una bonita forma, me pintaron con gusto y por lo que me cuentan, trabajaremos en un lugar de determinado nivel. Además he tenido suerte, estoy la primera en una pila de mis compañeras, eso quiere decir que cuando abran la caja seré la primera en salir y siempre es bueno que se fijen en ti cuando llegas a un lugar nuevo.



    Día 2
    Ya estoy en mi nuevo destino y comienzo mi primer día. Esto es emocionante, hay mucha actividad y espero que entre en acción pronto. Nada más abrir la caja un camarero muy activo se ha desecho del acolchado y ha cogido mi pila y nos ha colocado boca abajo sobre la cafetera, por lo que mi situación privilegiada se ha revertido y ahora soporto el peso de mis compañeras y he perdido el orden de preferencia. A mí lado otras pilas como yo así que creo que ese va a ser nuestra ubicación. Quizás sea lo más adecuado el primer día, actuar de forma prudente para observar y entrar en escena cuando ya haya observado a todo el mundo. Solo espero que ese camarero que es el que nos utiliza, se haya fijado en mí, creo que es el importante en todo esto.

    Día 3.
    Vaya, esto no me lo esperaba. A pesar de la actividad intensa que pude ver ayer, no me moví de donde me dejaron. Una y otra vez se repetía la misma rutina, el camarero cogía a la que estaba en lo alto de la pila, atendía a un cliente, esperaba a ser recogida y junto a otras, se les lavaba y volvían a la pila. No pensé que fuera así, algunas de mis compañeras han actuado hasta 10 veces y yo ninguna porque cuando llegaba mi turno, ellas volvían a su lugar anterior. Hace calor y preferiría moverme, espero que lo de hoy haya sido anecdótico.

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  5. HISTORIA DE UNA TAZA (II)

    Día 7.
    Me aburro, esto no me gusta, la situación del primer día se ha repetido y sigo sin que me llamen a escena. Me gustaría relacionarme con todas esas personas que vienen a vernos, compartir con ellos esos momentos de relax, de risas, de confidencias y sobre todo, ser útil. Creo que mis compañeras son afortunadas aunque no me han contado nada, una cosa es que las tazas podamos sentir, pensar, observar, y otra que tengamos capacidad de comunicarnos, pero estoy segura de que son felices. El camarero activo y amable no se comporta con respeto, pensé que nos debía algo de consideración porque somos útiles para él pero su brusquedad no me hace sentir bien, algunas de mis compañeras sufren lesiones y alguna de ellas han estado abandonadas un par de días fuera de su sitio, que por otro lado la comodidad está lejos del cobijo de un armario tal como imaginaba.

    Día 15.
    Hoy ha sido una catástrofe. Ese bastardo que debería cuidarnos, dentro de su brusquedad ha tropezado con un cliente con una bandeja de tazas que iba camino del lavaplatos. La mayoría han muerto sin necesidad, sólo hubiera sido necesario algo más de cuidado. Me llena de tristeza lo que he visto después, los trozos han sido recogidos y arrojados a la basura con los desperdicios de la comida. Ni un reconocimiento, ni un detalle, ni una preocupación por los heridos que han corrido la misma suerte. Tan sólo maldiciones por los hechos, pero no estoy seguro de que lo haya sentido por nosotras. Por mi parte, sigo sin trabajar, cada vez mis esperanzas disminuyen.

    Día 19.
    Hoy es un día especialmente intenso y la gente se agolpa en la barra. Aunque las tazas entran y salen, la pila disponible e más pequeña y mi turno llega. Por fin el maldito camarero me coge con sus sucias manos pero que a mí me parecen de ángel, llega el momento que tanto he estado esperando, para lo que he vivido hasta ahora, mi momento, pero algo va mal, sus manos resbalan y me quedo pegada a la parte superior de la cafetera. Un nuevo intento y el bastardo tira de mi de nuevo hasta que consigue arrancarme de mi prisión pegajosa. No entiendo nada, pero nada me importa, me mira brevemente y cuando espero que acto seguido me ponga bajo el surtidor de café con las demás, me deposita en un fregadero sucio con el resto de tazas usadas. Ahora se explica, llevo tanto tiempo esperando que estoy sucia, inservible, me miro y asiento, empiezo a tornarme de un tono amarillento y repulsivo, lejos del lustre con el que llegué aquí.
    Estoy destrozada, no le veo sentido a mi vida después de lo que ha pasado, creo que me puedo resignar a que no soy de utilidad y no voy actuar jamás.

    Día 20
    He vuelto a mi lugar y de nuevo mi boca absorbe las miserias de esta sucia cafetera. No tengo ganas de hablar.

    Día 30
    Un golpe me despierta, el bastardo a golpeado esta mañana la máquina y nos ha desplazado hacia el exterior. Se me pasa la idea por la cabeza, pero no puedo hacer nada, no tengo capacidad para moverme, soy una taza. Tengo claro lo que haría pero aunque sucediera arrastraría a mis compañeras a una muerta indigna, cobarde pero liberadora. ¡Un momento! Noto que a medida que pierdo peso la inclinación de la superficie me empuja hacia fuera. Puede que suceda. Otra taza menos sobre mí, otro centímetro hacia mi nuevo destino. Y otro. Y otro. El último movimiento ha sido fuerte y me relajo, vuelo hacia mi nueva meta con una sonrisa que imagino si tuviera boca mientras que miro por última vez mi casa de los últimos 30 días. También observo a la persona que ha hecho de mi vida un infierno con una expresión de pavor ante el desenlace. -Quizás sí se arrepiente de verdad- es mi último pensamiento, ¡crack!

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  6. INUNDACIÓN (real como la vida misma)

    Las cuatro de la madrugada. Me despierta un ruidito constante, insistente, ploc, ploc, ploc. Imposible dormir. Enciendo la luz. Llueve en la habitación. La ciclogénesis ha entrado en mi vida y en mi cuarto. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? La lluvia torrencial y el viento huracanado que ruge fuera invaden mi espacio. Toallas empapadas y barreños llenos de agua. Revolución total. Sacamos los colchones al pasillo para que no se mojen. Me instalo en la habitación vecina, donde no llueve. Es el cuarto de la plancha. Por unos días será mi hogar. La mesa de la plancha mi escritorio. Es un mal menor. En la costa cantábrica olas gigantescas arrasan con todo. Imágenes impresionantes en la televisión. Lo mío es pequeñito comparado con el destrozo causado a otros. Pero éste es mi particular destrozo y me tiene al borde de las lágrimas.

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  7. UN ALPINISTA EN LA VENTANA


    - No quería decirte nada para no preocuparte pero tu madre tiene alucinaciones. Está muy mayor y dice cosas raras. El otro día me dijo que tenia un hombre en su ventana, y vive en un séptimo piso. Pero ¿por qué te ríes? No me lo estoy inventando. Me lo dijo. Y hoy que tiene un alpinista en las ventanas de atrás. Dice que es un chico joven, que se llama Juan y viste unos tejanos. Que ella le dijo que tuviera cuidado con la antena de TV que era nueva, acabadita de poner y que le había costado una pasta. ¿No me crees? Pues preguntaselo a ella. A ver si tiene demencia senil o como se llama ahora un principio de Alzheimer. Pero ¿por qué te ríes? A ver si crees que soy yo que le tengo manía a tu madre. Nada de eso. Me cae bien pero me alucina con sus historias.
    - Es que no te enteras. Mi madre está perfectamente. La casa en la que vive está en obras. Hay andamios en el patio, por eso los obreros llegan hasta su ventana. Si la dejara abierta y tuvieran algún interés podrían saltar dentro.
    - Vale, pero ¿lo del alpinista?
    - Pues más de lo mismo. Hay unos especialistas que mediante cuerdas que han atado a la chimenea del edificio se deslizan por el exterior para pintar la pared. Para mi madre es como esos alpinistas que suben al Urriellu y que se ven en la televisión. Así que tranquilízate. Todavía tienes suegra para rato. Mal que te pese.








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    No quería decirte nada para no preocuparte pero tu madre tiene alucinaciones. Esta muy mayor y dice cosas raras. El otro día me dijo que tenia un hombre en su ventana y vive en un séptimo pido. Pero por que te ríes? No me lo estoy inventand. Me lo dijo. Y hoy que tiene un alpinista en las ventanas de atrás. Dice que es un chico joven, que se llama Juan y viste unos tejanos. Que ella le dijo que tuviera cuidado con la antena de TV que era nueva, acabadita de poner y que le había costado una pasta. ?No me crees? Pues preguntaselo a ella. A ver si tiene demencia senil o como se llama ahora un principio de Alzheimer. Pero por que te ríes? A ver si crees que soy yo que le tengo mania s tu madre. Nada de eso. Me cae bien pero me alucin con sus historias.
    - Es que no te enteras. Mi madre esta perfectamente. La casa en la que vive esta en obras. Hay andamios en el patio, por eso los obreros. Llegan hasta su ventana. Si la dejara abierta y tuvieran algún interés podrían saltar dentro.
    - vale, pero lo del alpinista?
    - pues mas de lo mismo. Hay unos especialistas que mediante cuerdas que han atado a la chimenea del edificio se deslizan por el exterior para pintar la pared. Pero para mi madre es como esos alpinistas que suben al Urriellu y que se ven en la televisión. Al que tranquilizante. Todavía tienes suegra para rato. Mal que te pese.








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  8. TENGO, TENGO, TENGO

    Tengo un amigo que ha creado un espacio en su blog reglado para que sus amigos escriban sin reglas. Tengo una amiga por cuyas venas corre la sangre de la tierra donde ahora vivo. ¡Tan a gusto!. Tengo otro amigo que tendrá que poner mucha imaginación para visualizar lo que voy a contar. Tengo una hija que está aprendiendo a cocinar, un sobrino master chef junior, un marido que cada día aplica de manera excelente lo que enseñan los cocineros de la tele y una hermana y un cuñado que están empezando a descubrir lo ricas que están las verduras.
    Tengo una madre que cocina como los ángeles y escribe sobre pequeños episodios de su vida real y una hermana que lee todo lo que publicamos.
    Tengo un hijo laboral que ha recibido mi herencia en vida, con el que he compartido muchas muchas comidas en el Autokill.
    Allí fue donde descubrí la lombarda, lo que había decidido que iba a comer hoy. Desde que empecé a trabajar, hace ya casi treinta años, no había vuelto a comer a casa a mediodía y estoy tratando de comer sano y esas cosas.
    La había cocido el día anterior y ¡oh sorpresa! Cuando la saqué del tupper estaba… azul. Nunca la había visto así. Tengo a gala cumplir mis planificaciones así que, no sin cierto reparo, la volqué sobre los ajos doraditos y las virutas de jamón y removí con cuidado. A medida que se iba calentando iba retornando el bonito color morado.
    Tenía que esperar unos diez minutos a que se cocieran los huevos que iban a ser la proteína del menú y mientras desde la ventana miraba los barquitos que se balanceaban en el mar recordé que tengo una amiga que me había pedido que escribiera sobre el mar. Y sobre los colores. Y aunque estaba sola en casa me sentí muy acompañada y me puse a escribir este pequeño relato. Rojo como Ana, negro como Javier, amarillo como Jorge, verde como Marina, naranja como Santi, multicolor como mi familia.... Azul.



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  9. CINCUENTA AÑOS

    Aquel día que me propusieron salir de copas no tenía ni idea de lo que me iba a pasar. Era un día cualquiera, una salida más, una oportunidad de seguir con la vida que llevaba desde hacía 5 años en la que nada que dure más allá del momento me pasa.

    El encuentro fue desastroso, la primera impresión horrorosa, y la primera interacción desafortunada. El tío estupendo del que hablaban todos sólo era un “esmirriado” que apenas habló y que sólo pudo recurrir al chiste fácil, ni siquiera con ingenio. Pero ahí estabas tú, tomando los mandos, con esa seguridad de aquí estoy yo y en ese momento decidí que me venías grande. ¿El pivón del grupo conmigo?, imposible, inalcanzable. Pero ¿qué pasó? Que te mostraste a mi tal como eras, y dejaste fluir lo que te pedía el cuerpo y yo estaba allí para recogerlo, y poco a poco te vi más cercana, y me envolviste con tu conversación, y me sorprendiste con tus ideas, y me impactaste con tu frescura, y tu sonrisa. La sonrisa ha sido tu característica siempre, eso y esa raya en el ojo que te daba seguridad, pero esa sonrisa…….

    A ella me pegué y decidí que al menos esa noche, no me iba a separar de ella y de lo que había detrás, y sin saber cómo te acercaste, o me acerqué, o nos acercamos. Y en el lugar más feo del mundo y en el momento más inoportuno de la historia nos besamos...... y desde entonces me pareció el sitio más bonito que podía haber existido. Sí, no fue la noche más romántica ni más memorable, pero al fin y al cabo fue nuestra noche. Hasta tu despiste llegando a casa que te hizo desviarte cincuenta kilómetros me gustó de ti porque te reías, te ríes y te has reido de todo, de las desgracias, de los disgustos, de los contratiempos. Las ganas de vivir han salido siempre de y por tu risa.

    Con el tiempo me sorprendiste, fuimos creciendo como pareja, como amigos, como amantes, como personas, risas, sorpresas, descubrimientos, vergüenzas, algún que otro disgusto, pero sobre todo muchas ilusiones. Ilusiones compartidas por hacer cosas, por demostrarte todo lo que tenia dentro, por corresponder a lo que tú me dabas, por convertir nuestros “ojalas” en realidad, y crearnos otros ojalas.

    Desaparecieron las dudas, las inseguridades, los contratiempos y sólo fuimos nosotros y nuestras vidas. Esa que vivimos los dos, juntos y separados. Y te convencí para elegir el sitio más chulo que encontramos y ponerte un vestido blanco con tus hombros y tu espalda al aire y te dije el te quiero más grande que jamás se ha dicho en cincuenta años.

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  10. HYP

    Me gusta conducir. Me gusta correr. Me cuesta cumplir las normas. Tengo una vida intensa pero nunca bastantes emociones. Hasta hace un par de años las posibilidades de conducir rápido (tú me entiendes) eran diarias, pero ahora me limito a los fines de semana y con la cantidad de radares que hay y el limitador automático de mi coche nuevo, la adrenalina no fluye lo suficiente.
    Pero la víspera de Nochebuena iba yo camino de mi casa, con Maldita Nerea a todo volumen, no llovía, la carretera bien pintada, superada ya esa primera hora tras la cual siempre me da la pájara, disfrutando. Intermitente a la izquierda, adelanto, intermitente a la derecha, me vuelvo al carril de la derecha, otro coche, adelanto, otra vez intermitente, otra vez al carril. Radar, reduzco, túnel a 90. Grgrgr. Otra vez a 127. Me desespero. No sé en qué momento me doy cuenta de que unos 300 metros por delante un coche sigue el mismo ritmo que yo. Ambos ponemos el intermitente a la vez, adelantamos, intermitente derecha, vuelta al carril. Me engancho a sus luces. Mi tomtom no marca los radares. Confío en que el suyo sí lo haga. Y allá vamos. Fuera límites. A su ritmo, izquierda, derecha, túnel, levanta el pie. En un momento dado pulso el limitador. Velocidad 153. Uff con este coche ni me entero. Pero sigo. Zona de túneles encadenados. ¿Qué pasa? Se planta delante de mí y reduce, pero mucho. Es un túnel bien iluminado, se ha dado cuenta de que le sigo y me debe estar mirando por el retrovisor. Salimos del túnel. Vuelta a acelerar. El corre y yo también. Coche blanco. Con embellecedores negros. No me fijo en la marca pero sí en la matricula. Lo mío son las letras. HYP. Vamos a bautizarle. Hummm no sé si es chico o chica. En el siguiente túnel soy yo la que se pone a su altura. Chico. Me mira, con curiosidad. Saludo y acelero. Me siento un poco acosadora, así que salgo del túnel a 130 para poner tierra por medio. No sé por qué decido que HYP se iba para Gijón y yo ya voy camino de Avilés. Vuelvo al redil, no supero los límites, me concentro en no pensar y en portarme bien. Sólo han pasado unos minutos y de pronto aquí está. No sé si venía detrás, pero se planta justo delante de mí y me guiña con el intermitente. Entendido. Me muero de risa. ¿Quieres que juguemos? Vamos a jugar. Salimos hacia la izquierda. Mucho tráfico. Y de nuevo empieza el baile. Ahora no hay túneles. Vamos, vamos, vamos. Creo que estamos yendo rápido. Apenas retiro la vista de las luces que me preceden para ver que la aguja supera los 170. Cielos. No quiero mirar. No quiero saberlo. Disfruto. Y sonrío.
    Llega mi salida. Una pena, no puedo seguir. Una leve ráfaga de despedida, intermitente a la derecha, reducción brusca de la velocidad. Volvemos a la rutina.
    Le pongo nombre. Hugo Yugueros Prías. ¡Gracias Hugo! Me has hecho pasar un buen rato.
    Ha pasado una semana. Se acabaron las fiestas. Menos mal. Vuelvo a la carretera, somos bastantes los que volvemos. De nuevo de noche, de nuevo sin lluvia. Otra vez Maldita Nerea “…Un día claro…” Frenazo brusco. Pero ¿qué hace éste? ¿No tienes carretera bastante, memo? “… y aquellas cosas que no viviste vienen hoy para decirte…” ¿Por qué me adelantas para quedarte ahí? HYP ¡¡¡Hugo!!! “…que la fiesta empiece YA!!!”

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